Me enamoré de ti mucho antes de que te
atrevieras a pedirme que no lo hiciera,
me bebí lo intentos,
me maté en todas las palabras que no
he tenido valor decirte. Porque te lo he dado todo.
Me perdí más de diez minutos antes de
que te fueras
y me fui por rota
y por idiota.
Mucho antes que por poeta.
Y eso que eres musa, porque dueles,
y ojalá nunca dejes de complicarme la
vida sólo porque quieras quedarte.
Hazme sangrar, que sepa que no estamos
tan muertos,
hazme feliz, que aún te puedo ver
bailar,
invítame a olvidar,
que ya sé que las copas son fáciles
de pagar.
Que ya sé que dices que esto no es
amor,
pero también que no mientes,
y las he conocido con las marcas de tus
dientes,
y han conocido tus manos sin tener ni puta idea de nada.
Dime, ¿quién tendría cojones a
enamorarse después de todo? Y que no nos quede nada.
Y a la mierda los “quédate”, que
llegan días de frío y aún no sé donde meterme
y ojalá sea en ti
y ojalá no quieras irte.
Tienes los ojos de quien sabe que lo dejaría
todo, con un puto “ven”. Si no te das cuenta es porque no quieres,
o porque no amas, que es lo mismo.
Te quiero, como no volvería a querer en
mucho tiempo si te fueras. Te quiero, como si me creyese todo lo que
dices, pero al revés.
Y es que, lo único que sé que quiero
en la vida lleva tu nombre y tus apellidos.