domingo, 8 de diciembre de 2013

Perdóname, a veces te me escapas.



Me enamoré de ti mucho antes de que te atrevieras a pedirme que no lo hiciera,
me bebí lo intentos,
me maté en todas las palabras que no he tenido valor decirte. Porque te lo he dado todo.
Me perdí más de diez minutos antes de que te fueras
y me fui por rota
y por idiota.
Mucho antes que por poeta.

Y eso que eres musa, porque dueles,
y ojalá nunca dejes de complicarme la vida sólo porque quieras quedarte.
Hazme sangrar, que sepa que no estamos tan muertos,
hazme feliz, que aún te puedo ver bailar,
invítame a olvidar,
que ya sé que las copas son fáciles de pagar.


Que ya sé que dices que esto no es amor,
pero también que no mientes,
y las he conocido con las marcas de tus dientes,
y han conocido tus manos sin tener ni puta idea de nada.
Dime, ¿quién tendría cojones a enamorarse después de todo? Y que no nos quede nada.

Y a la mierda los “quédate”, que llegan días de frío y aún no sé donde meterme
y ojalá sea en ti
y ojalá no quieras irte.

Tienes los ojos de quien sabe que lo dejaría todo, con un puto “ven”. Si no te das cuenta es porque no quieres,
o porque no amas, que es lo mismo.

Te quiero, como no volvería a querer en mucho tiempo si te fueras. Te quiero, como si me creyese todo lo que dices, pero al revés.
Y es que, lo único que sé que quiero en la vida lleva tu nombre y tus apellidos.


No sé nada del amor para toda la vida, pero estaría matándome en tus labios el resto de mi vida.