martes, 23 de julio de 2013

Me, tras, paso.


No hacia falta imaginar. Me subí sin saber muy bien en qué punto de la ciudad tenía que parar. Sólo sabía que ninguna parada te tendría a ti esperando. Ni si quiera las calles.
Nada,
pero no había mar.

Casi me pierdo, pero resulta, que cuando no te da miedo, simplemente te encuentras.
Se trataba de jugar a odiar todo por pensar que se trataba del lugar,
pero se trata de ti, y yo sólo tenía que aprender a olvidar,
a echar de menos.
Pero me torcí y lo eché todo de más.

Podría ser la excusa perfecta de cada Martes, salir a buscarme por las calles, perderme cuando quiera llegar a casa, y seguir pensando que estoy en cualquier parte mejor.
Pero cualquier parte no te tiene a ti. Y ya dudo que eso sea una putada.





Y hasta ahí puedo leerme.  


jueves, 18 de julio de 2013

No tengo arreglo, puedes tirarme.


Una vida escrita en un libro no me vale para contar todo el dolor que cabe,
que no cabe más porque rebosa,
que duele,
no sabes cuánto,
ni cómo,
ni por qué.

Nunca visitaré París,
nunca me quedaré con esta vida
sin quedarme primero con mi muerte.

Libros cerrados de punta a punta,
ojos con mares disparando,
por no acertar en esta jaula,
por no querer más
porque no se puede,
por querer, quisiera no querer nada,
y he acabado no queriéndome.

Así que, normal; yo tampoco me quedaría en mi vida si pudiera irme.

Ya sé que estorbo en cualquier parte,
que no sé más de lo que no quiero ver,
que no veo más,
porque quiero echar a correr.


Ni consuelo, ni abrazo, ni besos, ni noches, ni días.

No queda nada.


jueves, 11 de julio de 2013

Te tengo, en todos los textos.

Primero míralo;



Ya he mirado atentamente tu nuca
con ganas de quedarme susurrando.

Las palmas de mis manos te han pedido
a gritos
mi corazón,
y estaba en las tuyas.
Y aún puedo escribirte
para acariciarte por sorpresa.


No dejes que nadie te diga que no mereces la pena,
si no,
llorarte tanto,
de qué.

Ojalá pueda ser yo quien te bese muy fuerte en la frente.

Hay una canción que no deja de repetirme que “hoy también te echo de menos”,
acuérdate
de
corazón,
acuérdate de mi,
acuérdate de que contigo las copas saben mejor,
y las calles son más bonitas,
y las noches menos tristes,
y las cervezas hasta saben bien,
así que, por favor, no se te ocurra morirte nunca.

Yo te seguiré leyendo con las ganas,
y quedándome,
por si vuelves.



Tal vez nunca deje de acordarme de ti. 


martes, 9 de julio de 2013

“Y tú buscando mariposas.”


Te estoy escribiendo cómo fijando los manos en algo,
como si quiera decirte que a las enfermedades hay quien las baila desnuda,
que las cicatrices que son bonitas,
que hay sueños que se cumplen,
que mudo de piel y de ciudad cualquier día.

Y es que, no sé por qué se empeñan las putas carreteras en abrir heridas,
tenía que haberme quedado en tu ciudad contando las colillas de nuestros porros,
y no estar tan triste en pleno verano.
Mira, hace un calor que te vives,
y yo sigo temblando sin nadie que me dé la mano.

Hay quién aún no sabe dar abrazos a distancia,
pero yo te los dibujo,
y si quieres, puedes mirar; te los estoy escribiendo,
despacio.

Perdóname, nunca he sabido muy bien cómo hacer esto,
sólo quiero que no sepas nunca de tristeza en ti,
pero que sepas que estoy,
triste, o contenta.
Tenemos tantas cosas pendientes que no sé cuándo cojones piensan caernos. No sé si me explico.

No sé tú, pero yo veo un porro y me río antes de fumármelo,
y cualquier día me presento con un vestido de flores, para que me líes cuando estemos tan fumadas que no sepamos que hay flores que no marchitan, ni se fuman, que no son amarillas, ni rojas, que son del color de un esparrago, y de una malva.
Joder qué poco poeta estoy, pero, ¿de qué no sonríes?



Cuídate. Pero sin despedirte. Y mejórate. Pero sin cambiar.



Beso y abrazos, y más besos y más abrazos. Y un super porro, bonita.




sábado, 6 de julio de 2013

Mini cuento para despertarse.


Tengo algo en el corazón. No, no me duele. Pero está tan profundo que casi me atrevería a decir que de amor alguien tiene que haber muerto, aunque sea para que por fin, les lleven flores.
Es el centro aunque yo no siga atenta. Me quita cualquier intento de sentir, y a la vez me da todos los movimiento a los que alguien con sentimiento de culpa tiene que enfrentarse. Yo no he hecho nada más que creer. Pero ni si quiera creo en cerrar heridas vacías, y cuando cierran con alguien dentro, pueden reabrirla en cualquier momento, que ni si quiera somos dueños de nuestra propia herida, que no hay cicatrices; hay partes.
Es una sensación horrible de tristeza constante y de soledad. Soledad en la que te quieres quedar, pos si vuelve. Joder, quién me iba a decir a mí que mi corazón no fuese mío.

¿A caso puede alguien pedalear en una corriente de sangre? 
¿De qué valen los kilómetros si nadie te espera? 
¿De qué vale la espera si nadie piensa hacer kilómetros por ti?
No hay vuelta atrás, ni lo espero; me voy.

No sé, mira no necesito un psicólogo que me analice; yo ya sé lo que me pasa. No pasa nada, y ese es el problema.  

Bastante tenemos con segurir escribiendo cosas que no.