domingo, 24 de noviembre de 2013

Aquí tienes tu desastre.


No me valen las palabras que esconden mentiras a medias por placer. O por lo que quiera que seas, para quién.
Y muero en el intento de sentirme menos puente, con la de agua que me has hecho tirar.
No me uses, que yo ya no sirvo para nada.


No me da miedo cambiar los papeles, lo que me da miedo es que me cambies el corazón. Pero ojalá te quedes el mío y no me lo devuelvas. Bastante he tenido ya.

Voy a salir con cara de no volver a quererte, pero con pensamiento de no saber cómo dejar de hacerlo. No te lo tienes merecido.

Me he pasado horas leyendo libros intentando dejar de ver como cómplices a lo que tú llamas zorras. Imposible.
Imposible, te escribo.

Mi corazón en un papel arrugado que ya no quiere volver a estar entre tus manos. A bastantes fondos lo has lanzado ya.
Mis manos no son más que un montón de frío que ya no quieren sentirte.
Mi cabeza va a explotar.
Y la rabia es una zorra que quiere que meta la pata hasta el final.

Que cuando alguien te quiere cuenta contigo antes de contarte mentiras. Y cuando no, le cuentan a otras lo que más tarde te va a romper igual.


Qué mal me quedas para lo bien que te vas.

Estoy demasiado rota como para no sangrar, pero tranquila, nos vamos a morir igual.



'Si tú te tiras; yo me tiro al resto. Y si no, también.'


martes, 5 de noviembre de 2013

Qué no pasas. Pregunto.


Te he visto pasar por Gran Vía esta mañana, vestida de flores, con la miada en un punto fijo que se hace más y más borroso por momentos. Como nuestra historia cuando decides que hoy no te piensas mover de la cama, que te quedas a morir. Muy lejos.
Me he visto ir por el espejo, tan sola como nunca, y he visto el invierno venir pegando voces, recordándome que no estoy sola, pero que voy se seguir sintiéndolo así. Que es peor, joder, que es una putada.
Me he ido, claro que me he ido, como el perro que decide escapar hacia donde no quiere sólo porque se ha perdido, desorientado porque no llueve y no tiene reflejo en el que mirarse, y no he encontrado peor soledad que cuando una no se tiene a sí misma. Y se cae.

No nos encontramos, ¿nos estábamos buscando ya?

Hoy he vuelto a pensar en ti, como cada mañana. Algo estarás haciendo bien. Y algo mal, amor, no vayamos a cantar victoria, que no me sé esa puta canción.

Mira, pasa lo siguiente: Que no pasas.
Que hoy me he pateado Gran Vía y no has pasado, y no he visto ni una puta flor, ni un mínimo resquicio de paz, ni un abrazo, una discusión a medias, ni si quiera un polvo sin final feliz. Sin final, que no quiero.

Tú ganas; no he pasado por Gran Vía.
Te miento, porque no me han pagado nunca por hacerlo, y porque si estuvieses mirándome a los ojos, no sabría dónde mirar ni dónde mentirte que no te haya besado ya.

Veo venir el invierno, mi amor, pero, ¿de quién?