lunes, 28 de noviembre de 2016

Cómo decirte qué, pregunto.



Cómo decirte qué, sin señalarte. Cómo apuntar maneras sin saber cargar el arma. Cómo ahogar el silencio si lo tienes guardado. Cómo sacrificar los fracasos y exponernos a una derrota. Cómo dejar de pensar pensando en cómo dejar de pensar. Redundancia. 
Quiero que te quede claro: quiero amarte a oscuras. Voy a llenar la casa de cosas cursis y empezaré diciendo que el resto no me importa, como si todas estas cicatrices fueran de los golpes que me doy al despertarme de las pesadillas. Como si las peores no fueran despierta. Como naufragar. Mi amor, llevo siglos nadando contra corriente y no sé.
Cómo no tenerte miedo si es lo único que me han dado.
Dónde voy, has de saberlo: se me han borrado todas las ideas y tenía cientos, pero muy mala memoria.
Me moría.
Me moría por decirte que quiero que me escuches; la última vez que dije eso mi psicólogo se dió de baja.
Esto no es un poemilla de mierda de un autor moderno con un postureo de náusea. Esto no es un poema, de serlo yo no sería yo, sería otra cosa y no hablaría de ti.
Tengo dos mil razones para no olvidarme de nada, cuando nada me olvida a mí.
Tengo la conciencia tranquila, entiendo que quieras joderme; yo también me envidiaría.
Me paso el día quejándome por no decirte "corazón, cariño mío, mi flor, mi pétalo, mi niña, sálvame por favor, quédate conmigo", te prometo que no sé cómo llamarte para que aparezcas. Porque he conocido personas maravillosas a las que he preferido hablar de ti, y he llegado a arrepentirme: no te asustes, he vuelto.
Voy a hacerle el vacío al vacío para que sepa que estorba.
Que no estás bien, pequeñita, y nadie te ha hecho nunca más daño que misma.
Que no está bien todo el daño.
Tengo un montón de ideas y excusas en la cabeza para pensar una noche más que nunca jamás estuve tan rota como aquellos días.
Y que ojalá se equivoquen todos, mi amor, ojalá sepan que hay cosas que es mejor no quedarse, que ya estaba escrito, pero la envidia es mejor darla.
Estoy a nosécuántos kilómetros de querer soltarlo. Tengo una casa con vistas a otra en Madrid. Una vez fui sola y estaba muy triste, y abracé a alguien, y por primera vez sentí que todo iba a salir mal, pero me alegré. Yo jamás se lo dije, me alegré muchísimo, era la primera vez que alguien me decía "todo va a salir mal, pero no importa, ahora estamos aquí". Era la primera vez que me fui sincera en el espejo.
Y entonces lo supe: estoy tan enamorada de que sólo quedaba sitio para arrepentirme por todos los que no supieron hacerlo.
Me dejo notas como esta porque sé que mañana será otro día, y pasado otro, y se borrarán, y no diré mentiras porque nadie me enseñó a tirar la piedra y esconder la mano.
Y ahora me voy, que es tarde, y tengo que volver a mentirme mañana.