domingo, 31 de agosto de 2014

Fui vencida, y aprendí a escribir por mí.

A la tercera vez que intentas escribir un libro va la vencida.



Y me senté a mirar tus fotos con la inseguridad que proporciona sentir después que no debería haberlo hecho. Pero lo hice, y esta vez los recuerdos eran trenes que ya no paraban en tu estación,
me pesó el recuerdo de mi cuerpo sangrando, de las heridas que tapaste sin apretar, que sólo me dejaste ocultar. Ocultar es otra forma de mentir, que no se nos olvide.

Esta vez no necesito flores; he conocido a alguien, creo que soy yo,
aunque ni si quiera sé con qué ciudad quedarme, o si es ella la que se tiene que quedar conmigo,
pero las he mirado sin pensar en ti, y las he visto bailando, inventando una canción en un balcón, en el mismo que una chica que no es cualquiera toca la guitarra.
Y he querido quedarme, 
me he sabido mía, como nadie, 
y no me ha hecho falta correr,
ni si quiera seguir escribiendo para llegar al punto y final. 
Lo cierto es, que al final ya le sobran demasiados puntos.


Que después de los finales no nos vengan más perdices, nunca fui de quedarme con las alas de nadie.





jueves, 7 de agosto de 2014

'La gravedad del naufragio.'


Ese latido sin salida al final del túnel, como si ya estuviera muerta mucho antes de que insinuases que me fuera, antes de desconocerte por unas horas, antes de darme cuenta de que sólo queda un hueco insoportable en mi pecho cuando te vas, antes de pensar en el suicidio como forma de vida, y no al revés. Mucho antes ya sabía que te quiero más de lo que debería, pero deber por deber, nadie podría.

Las flores están llenas de gente en los cementerios, y tú, valiente por la vida regalas flores que ni si quiera se pueden tocar con las manos.

Me siento cobarde con todos mis miedos, y les cuento lo que jamás me atrevería a decir en voz alta, porque tú no querrías oírlo. Y cuando termino, casi sin darme cuenta, son ellos los que me atan de manos y pies con tus recuerdos, y tiran la llave dentro de ti, donde intento llegar pero es imposible, pues dentro de ti, a veces sólo habitas tú.

Ojalá no siguieses mintiendo todavía, porque puedes, porque hieres, porque quieres no querer, y te quiero, incluso cuando ni si quiera quieres que te quieran.
Seguiré consumiéndome mientras regales a otras la mirada de robar corazones que un día te regalaron a ti, y por eso la usas. Inocente de ti, fingiendo serlo.
Qué estúpida me siento cuando me hiero a mí misma partiendo de cuando lo haces tú,
qué naufraga de mí misma cuando te vas y no me encuentro más que en un mar de lágrimas.

Si fuese más valiente de admitir que no busco quién me quiera por miedo a que no seas tú,
si pudiera seguir esperándote bajo la necesidad de no tener la necesidad de esperarte.
Ojalá nunca le regales tu voz al viento con otro nombre, buscándote.

Hazme polvo sólo por el placer de los polvos de después de las discusiones,
no me dejes sola ni indiferente; le tengo pánico a la indiferencia.

¿Cómo pretender alejarte de alguien por miedo a hacer lo que ya has hecho?
Ojalá te quedes y me salves de lo que tú misma destrozas, que me sienta a salvo en mitad de toda esta ruina si eres tú quien me acompaña mientras me corto con los cristales que el propio miedo haya dejado hecho añicos.

Bésame, lléname de sal, que no me olvide nunca que antes de esta muerta, fuiste tú quien me vino a salvar.