viernes, 14 de marzo de 2014

¿Nunca has soñado con despertar?


Camino con los ojos mirado al suelo por si acaso me piso el corazón. Y le encuentro dando volteretas por tu recuerdo, como una hoja de papel. Apareces y lo conviertes en avión, como si de una canción de Luis Ramiro se tratase.
Me dueles tanto que me sigue pareciendo poco el resto.
Te veo muy enamorada conmigo y nunca de mí y se me acumula el exceso de información que me rompe en mil pedazos, y ya sabes que soy más de cortarme que de echarte.
Y eso que te echo mucho de menos, y eso que el menos es más cuando se trata de quererte odiándote, como se odian los objetos perdidos que nos empeñamos en buscar una y otra vez, desesperados. Como si no nos fuéramos a morir nunca.
He vuelto a verte poniendo calientes las copas, cuando el tiempo no hacía absolutamente nada.
Me he visto pasando el tiempo perdido y he vuelto a cerrar el libro.
Te quiero tanto que me dejaría. Pero sigo pensando que el amor y tú tienen muy poco que ver conmigo, ya me explicarás de dónde sale todo este desamor.


Siempre diferentes por igual, siempre en el jardín de los vecinos que nunca nos han gritado para que paremos el ruido, siempre esperando a que el semáforo se ponga en verde en lugar de besarnos en mitad del paso de peatones, siempre pidiendo que nos salven, con lo bonito que sería no tener que hacerlo, joder. Siempre siendo nunca mucho tiempo.


Y es que, si me dan a elegir entre tú y la poesía, renuncio.