jueves, 12 de noviembre de 2015

Tercera persona de una misma.

Ella es ella, nadie más.
Piensa en ella dos veces al día, y cinco en  resto. 
Cuenta hasta diez y la besa hasta perder la cuenta.
Ella es la que baila mejor que nadie su canción favorita, pero no deja que nadie la vea bailar.
Canta a niveles que no alcanza la razón.
Gime cuando no puede más, y cuando puede se muerde la lengua, y deja que otros los labios la besen.
Una vez me contó que la vida era otra cosa, que esto sólo es un rompecabezas que no le gusta. Que prefiere jugar con otras piezas.
A veces se imagina muerta y se llora. Se lleva flores todos los domingos e imagina que alguien lo haría arrepintiéndose de no haberselas llevado cuando seguía viva.
Se imagina dentro de diez años enamorada. Un amor pastel de chocolate, un amor sinvergüenza y sin vergüenzas, un amor descarado, un amor de niños, un amor a mano alzada, de casa compartida y perro, de fiestas los sábados y follar en el portal, para repetir en la cocina, en el salón, en la cama. Un amor de un sueños, de dos. Y de cientos. Un amor carcasa y cascada. Un amor. Sólo uno cuando se quieren dos. 
Piensa en escribir un libro pero sus dedos lanzan disparos a todas partes y no sabe cómo ordenarlos.
Quiere correr riesgos, por eso llama dos veces. Por eso sueña con chicas con las que se estaría corriendo toda noche y volvería a llamar.
No se atreve a admitir que quiere a alguien cuando quiere de verdad, pero no le gusta perder el tiempo, así que lo deja en una cajita y sigue masturbando al amor que un día pensará que es el de su vida y resultará ser el de la vida de otros.
Se emborracha una vez al mes para tener el valor de buscar lo que no se atreve el resto del tiempo.
Sabe que follar no es un baile siempre de dos. Y aplauden al final de cada acto.
Se obedece a sí misma y no siempre le va bien.
Tiene dos hermanas, dos caras de una misma moneda: a una le cuesta dar dos besos y otra regala abrazos.
Siempre que llora se esconde de sí misma, y asegura que para eso están las sábanas.
Lleva un anillo con un "te quiero" que jamás se ha creído.
Folla contigo, no esperes que no lo haga con otra.
Es de alguien que aún no conoce, quizás suya.
Quiere que todos los pájaros nos enseñen a volar, pero no viene a cuento.
Es la mitad de otra cosa. Y a veces entera, te dice "no me llores". 
Y " no me llores" también es su libro favorito.
Cuando la conocí pensé que todavía no nos conocemos. Pero nos conocemos demasiado.
– ¿Te has enamorado alguna vez?
     – Nunca he dejado de hacerlo.
– Me gusta cómo escribes.
    – Es lo que me toca. 
– Y, ¿Ella te ha gustado alguna vez?
    – Me ha gustado todas las veces.

Ella es ella, que soy yo, y esta vez vamos al baile.
 

martes, 3 de noviembre de 2015

Hot-el(la).

Una mala noticia provoca un grito en la habitación 155. Un grito causa un infarto en la habitación 159. Un cuerpo cae desplomado al suelo y suena el golpe en la 149. Cae una lámpara que incendia la 149, 148 y 147. Todos somos evacuados y tú no estás para sanarme. Ni para tonterías.

El teléfono suena tres veces, la puerta cinco. No contestas. Quince cartas sobresalen del buzón, y tú no apareces para leerlas.

Tres. Cinco. Quince. Nunca sé me dio bien contar si no es contigo.

Te espero desnuda y ya he encendido la luz cuatro veces. Ya sabes, siempre hay alguien que mira. La piedra en la ventana me rompe los cristales. Por ti masticaría piedras que después escupiría al resto. 
Suena una canción y no me tocas. Ya estoy pensando en follarte y ni ha llegado el estribillo. No me tocas.
Vamos a echarlo a suertes, quizás así me toques.

Caliento café para siete vidas. Contigo viviría otras sietes y querría morirme catorce. Ni lo sueñes; de esta no salimos con vida.

Podríamos salir esta noche. Ponte cualquier cosa que quiera quitarte.
Ambos sabemos que antes del siguiente mensaje voy a quedarme dormida. Tira tú la botella al mar.

El hotel que ayer llevaste a la ruina sale en los periódicos, la radio lo ha dado vueltas y el telediario lo ha vomitado.
¿En serio no te has dado cuenta?
Suena tu puerta y abres. No hay flores, ni vino; más bien un "se fue".

Tendrás que reconocerlo, mil personas salen corriendo de un hotel porque tú has llamado para decirme que, esta noche tienes una reunión y no vas a poder asistirme. Estás a tiempo antes de que otro imperio caiga, esta noche... ¿Me tocas?


viernes, 23 de octubre de 2015

Madrid.


Pierdo la noción del tiempo, hablo con prisas, ando esquivando, gano personas que me han ganado a mí. Hablo en y de sueños. No duermo, por ruido, nervios y formas.
Hablo de Madrid como si estuviera enamorada de ella, porque lo estoy. Pero también la odio. Odio cuando la mastico porque la siento pérdida, odio cuando corro y nunca llego a tiempo. Odio, porque de quererla todo el tiempo dolería mucho más.
He conocido risas que me han salvado mil veces la vida, ojos en los que me he quedado a vivir, y ahora que no los tengo delante me siento como una ciega que ha perdido a su perro guía.
Soportemos la pérdida, y asumamos si es así que vendrán cosas mejores, pero también peores. Más o menos tiempo. Más o menos miedo. Más o menos risa. Más o menos sexo. Más o menos. No dejemos de hacer cuentas, pero que no se nos olvide quién nunca más podrá contar con nosotros.
Si pudiera escribir todo lo que he callado este tiempo, publicaría un libro con una soga en la portada y una nota de suicidio al final. Pero sigo llegando tarde a todas partes, y ya sabes, que llegar tarde sólo es creer que te quedas sin tiempo porque una aguja lo dicta. Somos adictos a creer lo que nos cuentan y se nos olvida creer en nosotros.
Ojalá gritásemos todos a la vez más veces, bailásemos más veces, follásemos más y nos doliese menos darnos cuenta de que así también nos enamoramos.
Pero yo he venido hablar de Madrid, de las tres letras en un bar, de la poesía de otros, de la música en las manos de un desconocido, de la voz de una desconocida, de las lágrimas que son de sal y curan, he venido, pero también me voy.
Que las ciudades nos pillen confesados, que nos vamos a morir igual.



lunes, 13 de abril de 2015

'No sé qué decir, nunca creí en Dios.'


Llevo tres vidas escribiendo un suicidio y no conozco peor metáfora de una cárcel.
Llevo media hora detrás de otra media hora que venía detrás de un montón de horas, echándote de menos por despiste, buscando pistas para volver a tu ciudad.
21 años cagándome en la puta,
Queriendo huir,
Matar a los políticos,
Besarte,
Morirme,
Joder, otra vez.
He vuelto a beber pensado en tus labios, he vuelto a correr, como si te corrieras tú
y quisiera alcanzarte.
Me he perdido
y te he encontrado.
He pensado en mudarme mil veces, y ninguna era verdad
Pero ahora tú.
Y yo.
Nosotras.

He conseguido mirarte sin querer, y quererte sin mirar,
Sin manos,
Sin hostia
Sin luz al final del túnel.
Contigo no me hace falta.

Escribo torcido.
Vivo cuesto abajo.
Lo cierto es que desde que no escribo hago fotos al tiempo, a ver sí así, de una puta vez, me salen tus palabras haciendo malabares,
y vuelves, volando, con esas alas de musa de nadie,
por ser mía.
Perdóname por morir cada vez que no te tengo,
Por la desgana de seguir
Por la soga a medias
Por la silla mal puesta
Por la falta de luz
Perdóname,
pero sobretodo no me perdones,
pues no tengo perdón de Dios y ni si quiera confío en que exista.

He vuelto a escribir otra vez del puto tema del amor
Igual de esta salgo contigo, con vida
pero no veo el túnel, amor… no veo la hora de salir con vida,
espero que no quiera quedarse sola mucho tiempo.




Te echo de menos.

lunes, 2 de marzo de 2015

Tengo alas en sus manos.


Le pedí que dejara la puerta abierta y se abrió una herida.
Nunca le dije que podía correr imaginando que vuelo, con los ojos cerrados,
que voy mucho más deprisa cuando nos acercamos descalzos,
y ahora que lo pienso las noches son menos largas y el frío mucho menos frío,
y las flores secas están igual de muertas pero aún cambian de color.
No sabría hablaros de Marzo con las manos vacías,
ni contar estrellas si no es en su pelo,
ni saltar los días.
O quizás sí que sé y se nos está olvidando,
ese era el truco; olvidarlo todo.
Caer en punto muerto en la cuenta de otra,
salirnos de la nada y creer que hay un todo,
dejar la copa medio rota,
y el vaso jodido.
No conozco mayor símbolo de la libertad que mirar hacia arriba,
ni mayor esclavitud que una cama,
lo siento; nos desconozco una y otra vez,
quizás es mi afición a conocerte cada día como si fuera el primero,
quizás mi vicio a las cosquillas,
quizás arriba,
en la cama,
otra vez,
el primero.
Espero que sepas de qué hablo cuando no digo absolutamente nada,
y que me beses, joder,
que me beses de una puta vez.

Bienvenida a Marzo, la estación donde dejé de perder trenes para aferrarme a uno.
De muchos.


jueves, 15 de enero de 2015

Poemas no, pero penas las que quieras.


Ojalá te vaya todo mal para que puedan arreglártelo todo, y se queden.
Que no sepas si es prisa o risa,
porque llevas prisa y te entra la risa,
porque la risa no sabes si llevarla o te lleva ella ti.
Que mantengas tu puesto de trabajo por placer y no por necesidad,
que necesites un respiro y se te conceda,
el baile y lo que seas.

Que dudes de la duda y sus comodines,
que se te acomode la seguridad
y que sea mentira.

Que me llames al número que no te llegué a dar pidiendo perdón,
que no sepas por qué.
Que lo sientas.
Que yo también.

Tápame la luna, y que sea la del coche,
llévale la contraria a Andrés.
Ojalá sepas dónde.

Lo cierto es que sé donde salir a buscarte
que viene a ser lo mismo que saber donde entrar,
que la que duda soy yo,
y me llevo la contraria
pero no sé dónde,
que desde aquella tarde que se nos hizo de noche,
que desde entonces...
No sé.


'Éramos la noche y el día, pero qué noche la de aquel día.' - Irene X.




sábado, 3 de enero de 2015

A mí, qué.


Y a mí qué tus enfados de niña de veintitantos.
A mí qué tu pestañeo.
A mí qué tu manera de andar de lado a lado.
Y a mí qué tu pelo.
A mí qué tus formas.
A mí qué tu risa.
A mí qué tus bailes.
A mí qué tu prisa.
A mí qué si llegas tarde.
A mí qué si no vuelves.
A mí qué si te quedas.
A mí qué tus alas.
Y a mí qué tus cuentos y tus cuentas.
A mí qué tus zapatos de tacón.
A mi qué tus ojos.
A mí qué tus manos.
A mí qué tu miedo.
A mí qué tus pesadillas.
A mí qué tus sueños.
A mí qué tus monstruos.
A mí qué tus películas.
A mí qué con quien folles.
A mí qué si quieres, o si no.
A mí qué si echas de menos o de más.
A mí qué tu insomnio.
Y a mí qué tu tiempo.

A
qué
tú.

Pregunto.