lunes, 26 de febrero de 2018

'Porque no rezo...'

Donde aquellos veían lágrimas yo saboreaba sangre.
Donde ellos creían derrota yo encontraba una herida,
sólo una herida.

Polvo al polvo.
Caricia a la caricia.

Y no se lo digas,
no se lo digas
Porque tú caminabas y aquí nadie vigila,
nadie vigila.
Porque hiciste apología de algo que no supiste defender,
no supiste defender.
Porque esta era mi guerra y luchaba sola,

sola,

sola.


Porque un día aplaudí un final y ya era tarde cuando quise pedir que no se acabara.
Porque la última vez los gatos estaban tristes, amor, estaban tristes.
Y los tejados no tenían paredes, canción, no tenían paredes.
Porque ay, qué pena cuando la pena podemos contarla,
pues imaginad cuando no os salgan las palabras.
Insensatos, que tirásteis la piedra olvidando el pecado,
y yo estaba a tu lado,
yo estaba a tu lado.
Y acaricie un dolor amaestrado,
un dolor amaestrado.
Amor a mi amor, a quien pudo darlo.
Pedidle piedad ya que estamos, a quien nos la está quitando.

Que yo...
He tenido tanto miedo, que no he sabido de donde sacar más espacio
Y tuve que renunciar a la última en un bar, y quise llegar sola a casa;
recordadle a la herida que es mejor sola cuando te esperan.
Recordarle al suicida qué es mejor, cuando te esperan.
Recordarle mientras yo le recuerdo a los imbéciles que creyeron saber cómo me sentía mientras los segundos pasaron en días,
Diles que creyeron que mi dolor brillaba por su ausencia y que casi me persigue la culpa hasta la tumba,
hasta la tumba,
hasta la tumba.
Decidles a aquellos que creyeron ver cómo desviaba la mirada, que sólo quería creer todo lo que no era cierto,
que quise hacer aviones de papel con las palabras y quemarlas,
que quise cambiarlo todo
todo
todo
todo
casi todo.

Y que al final te das cuenta que lo importante no es lo que pasa:
es lo que se queda.