jueves, 29 de junio de 2017

Primer mandamiento: No cosificarás.

Soy verbos inutilizables. Mi vida es un precipicio con caída a tu boca.
Ya no quiero despertar.
Me quedé soñando despierta.
No me he querido dormir desde entonces.
Mis canciones son tu risa.
Volvería a ti bailando.
Quiero que espantes mis moscas mientras se mueren de celos.
Quiero que acunes mis ideas.
Quiero pisar tu animalito salvaje hasta dejarlo indefenso.
Te echo de menos como si todos los castillos hinchables en los que los niños aún juegan se desinflasen a la vez. 
Te echo de menos como si no pudiera perdonar tu ausencia.

El mundo no es una mierda cuando estás en mí. Vámonos a los tejados, mi amor.

Necesito amontonar mis libros encima de la cama y que tú elijas cuál leer conmigo.
Que te vengas encima, no miraré donde no estés tú. 
Quiero volver a odiar que pongas Taylor Swift en mi coche.
Quiero no salir de ti.
Quiero que la palabra redundancia sea otra redundancia, pero que nunca sea redundancia que no haya nada.
Quiero que mi nombre siga siendo tu bucle.  
Quiero que me desgastes. 
Quiero que sigas buscando la cura.
Quiero besarte en todos los lugares públicos porque ya sabemos de sobra que nada es lo único que nos importa el resto.
Quiero besarte. Aquí y ahora: ven.

martes, 20 de junio de 2017

Adrián y Lucía.


He estado escuchando una canción mientras pensaba que el título estaba mal escrito.
Escuchaba la canción mientras pensaba en la libertad de llamarla canción de cuna.
Escuchaba atentamente mientras barajaba si Adrián podría entenderla, y podríamos cantarla un día con Lucía.
Pensaba que la canción debía llamarse justo por otros nombres.
Pensaba en que es una de esas canciones de saltar dados de la mano.
Pensaba en lo mal que se me da jugar, y lo fatal que intento a veces bailar.
Pensaba en que ellos lo harán muchísimo mejor siempre.
Escuché al final una parte de la canción que hablaba de adiós, y justo ahí entendí porque no se llamaba ni Adrián y tampoco ni Lucía. Entendí que hay personas que incluso antes de que lleguen sabes que jamás abandonarás, ni abandonarás el sentimiento.
Al final, he llegado a la conclusión: alguien debería hacerles una canción, alguien debería escribirles cientos de libros.
Y por si no llega nadie a tiempo: Esta vez seré yo.
Porque Adrián jamás será Adrián, y Lucía jamás será Lucía,
pero yo no podré dejar de querer a quien realmente son.


lunes, 12 de junio de 2017

A ti.



Si no deja de llegar hasta mí el sonido de las ambulancias, voy a tener que mudarme.
No hay suficientes ansiolíticos para quitarme tiempo de encima.
Hace demasiado calor desde que haces demasiado.
Soy la niña tonta que baila frente al espejo de su habitación, pero jamás lo haría con alguien que miente. Quizás no soy tan tonta.
Quiero llamarte cosas cursis y ver cómo siguen anunciando nuestros nombres por todos los medios, cómo siguen pisoteando el pasado como si nosotras pudiéramos dejar de lado el presente por sus síntomas egocéntricos. 
Que alguien se dé cuenta de una vez que le estamos pidiendo al amor dejarse ver mientras nos vendamos los ojos.
Apaga la luz, vamos a hacerlo esta noche. Y luego, todas las demás.


Que quizá lo mejor de las charlas en el bar sea dejarnos con la palabra en la boca.

Y no sé, quizás el reflejo de tu olor sea la mejor estación y sólo sea porque sea ella y como ella. Porque ella es ella y no quiere ser nadie más.
Que quizás sí miré, y era por ella, porque quizás ella también. 

Y ella, tú.

El para siempre dura lo que tardas en decir para siempre.
La caída desde un séptimo duele menos que el último rastro de los mensajes que dejaste archivados en una conversación. 
Las conversaciones pasan cada menos de cinco minutos y algunas te hacen sentir como en dos segundos mientras otras se hacen tan eternas que sientes cómo pesan.
Me duele la vida que no tengo, pero muchísimo más la que me inventé, la que me invento e inventaré. 
Me duele siempre algo porque siempre necesito sentir que no me duele nada. 
No me duele nada desde que digo que me duele algo.
Me duele algo desde que digo que no me duele nada.
Redundancia.
Te miro.
Redundancia.
Me sabes a polvo después del cigarro. Viceversa. 
Me sabes a sustancias tóxicas implícitas en un tarro de crema de cualquier sex shop
Y a mí ya me pesa el verano en la ropa. Y me pesa el olor de las ausencias. Cada vez lo llevo mejor, y eso puede ser lo peor que haya pasado desde que no andaba pasando nada.
Cada vez que me pasa todo vuelvo a contar por qué no. Y vuelvo a saber por qué estoy aquí.
Otra
Vez.
Se me abre el cielo de la boca y me brotan pájaros y sangre, cada vez que pienso que no me piensas o que lo estás haciendo, y no te beso.
Escucho a Silvi hablar de secretos mientras nos besamos por las calles y nadie se entera porque nadie debería saber guardar un secreto que no es suyo, porque deja de serlo.
No hay privacidad cuando los vecinos piden oírte gritar.

Quiero correrme
Siempre
Contigo.

https://youtu.be/tdQhFjsWQWA

domingo, 11 de junio de 2017

Qué.

'No puedo hablar de lo que tengo por delante porque sí.'




Hay un montón de fotos colgadas en las que no sale nadie. Pero tampoco entra.
Nadie.
Hay piedras empujando un zapato hasta el final. Y ya no sé si puedo.
¿Quién tendría más fuerza?
Hay mentiras definiendo un estado de ánimo. Para qué vamos a decir la verdad a estas alturas. 
Hay toboganes en tu pelo hechos con lágrimas y no te das ni cuenta.
Hay formas de echar de menos una risa y de salir a buscarla en las calles de una ciudad.
Hay algo que no sé si encontré.
Hay piezas de todo lo que no quise ver o todo lo que quería ver y no vi.
Hay formas de imaginar estar igual de aturdida que un niño dando vueltas, y vueltas y vueltas y vueltas y vueltas. 
Hay formas de quedarse con algo o con alguien. Pero ojalá nunca tengamos que llevar el mismo fondo de pantalla porque no cambie nunca nada.

viernes, 9 de junio de 2017

Smile también es una canción de Avril Lavigne.



A veces la prisa es un lastre, al igual que la rabia, se acumula y no deja espacio para momento ahora, para el momento en presente. Mi padre siempre me ha dicho "asegúrate de saber andar antes de echar a correr", y alguna vez lo he olvidado por llevar tanta prisa. Es más importante llegar teniendo todas las bases solidificadas, sabiendo el recorrido y disfrutado el camino, que llegar sin más, un "aquí estoy" no significa que estés aquí, quizá sólo haya sido un golpe de prisa. 
A veces reconozco que si hay mucho ruido de fondo es mejor permanecer en silencio que tratar de levantar la voz por encima del resto. Es absurdo el monumento que otorgamos al ruido constante, al necesitar escuchar algo, por mínimo que sea, para saber que seguimos aquí. 
A veces creo que una lista de reproducción sólo es una forma de ordenar los sentimientos por mayor y menor intensidad. Las que van primero son como las primeras relaciones, a veces sólo están ahí indicando que cuando por fin suene la última habrás olvidado cuál fue la primera, tendrás un vago recuerdo, y nadie quiere esos recuerdos, preferimos soltarlos.

Y en fin, a lo que iba: No me importa que música suene esta vez en tu coche, ni en el mío, no me importa si vamos deprisa o despacio, no me importa si hay mucho ruido o permanecemos calladas, yo me quedo contigo, 
por si me lo vuelves a preguntar.



lunes, 5 de junio de 2017

Una canción de Taylor Swift.

"La indiferencia es un gustazo, es como rascarte una zona de la espalda a la que no llegas."



Tuve que decir que no, para aprender a decirte que sí.

Mientras sonreías.
Sonreías,
gracias por sonreír y buscar con la mirada lo que quedaba de mí.

¿Qué has hecho en mí?

¿Qué has hecho en mí?

Gracias por llegar para tratar de sanarme.