lunes, 12 de junio de 2017

A ti.



Si no deja de llegar hasta mí el sonido de las ambulancias, voy a tener que mudarme.
No hay suficientes ansiolíticos para quitarme tiempo de encima.
Hace demasiado calor desde que haces demasiado.
Soy la niña tonta que baila frente al espejo de su habitación, pero jamás lo haría con alguien que miente. Quizás no soy tan tonta.
Quiero llamarte cosas cursis y ver cómo siguen anunciando nuestros nombres por todos los medios, cómo siguen pisoteando el pasado como si nosotras pudiéramos dejar de lado el presente por sus síntomas egocéntricos. 
Que alguien se dé cuenta de una vez que le estamos pidiendo al amor dejarse ver mientras nos vendamos los ojos.
Apaga la luz, vamos a hacerlo esta noche. Y luego, todas las demás.


Que quizá lo mejor de las charlas en el bar sea dejarnos con la palabra en la boca.

Y no sé, quizás el reflejo de tu olor sea la mejor estación y sólo sea porque sea ella y como ella. Porque ella es ella y no quiere ser nadie más.
Que quizás sí miré, y era por ella, porque quizás ella también. 

Y ella, tú.

El para siempre dura lo que tardas en decir para siempre.
La caída desde un séptimo duele menos que el último rastro de los mensajes que dejaste archivados en una conversación. 
Las conversaciones pasan cada menos de cinco minutos y algunas te hacen sentir como en dos segundos mientras otras se hacen tan eternas que sientes cómo pesan.
Me duele la vida que no tengo, pero muchísimo más la que me inventé, la que me invento e inventaré. 
Me duele siempre algo porque siempre necesito sentir que no me duele nada. 
No me duele nada desde que digo que me duele algo.
Me duele algo desde que digo que no me duele nada.
Redundancia.
Te miro.
Redundancia.
Me sabes a polvo después del cigarro. Viceversa. 
Me sabes a sustancias tóxicas implícitas en un tarro de crema de cualquier sex shop
Y a mí ya me pesa el verano en la ropa. Y me pesa el olor de las ausencias. Cada vez lo llevo mejor, y eso puede ser lo peor que haya pasado desde que no andaba pasando nada.
Cada vez que me pasa todo vuelvo a contar por qué no. Y vuelvo a saber por qué estoy aquí.
Otra
Vez.
Se me abre el cielo de la boca y me brotan pájaros y sangre, cada vez que pienso que no me piensas o que lo estás haciendo, y no te beso.
Escucho a Silvi hablar de secretos mientras nos besamos por las calles y nadie se entera porque nadie debería saber guardar un secreto que no es suyo, porque deja de serlo.
No hay privacidad cuando los vecinos piden oírte gritar.

Quiero correrme
Siempre
Contigo.

https://youtu.be/tdQhFjsWQWA

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