jueves, 17 de julio de 2014

satsug eM.



Me gustan las casas de dos baños, tres habitaciones, terraza, salón y una cocina enorme,
pero me sobra todo si no estás tú.
Me gustan los coches de cinco puertas, cinco asientos,
pero a la mierda si no me acompañas tú en cada viaje.
Me gustan los libros cuando la historia no quiere acabar,
pero cualquier historia es aburrida si no habla de ti.
Me gusta ver a la gente en los parques,
pero qué tristes están los parques cuando no eres tú quien se sienta a mi lado.
Me gustan las canciones tristes
cuando tú no dueles tanto.

Me gustan las maneras de Irene,
la tristeza de Mónica,
la valentía de Alejandra,
las canciones de Luis,
y las de Marwan,
pero
más
me
gustas
tú.

Me gusta no saber qué decir cuando pienso en escribirte; 'Una tiene muy poco que decir cuando tiene a quien.'

Me gusta que suene el teléfono,
pero más si eres tú.

Me gusta fumar, beber, bailar, llorar, follar, cenar, callar, hablar, gritar, pensar, andar, correr, saltar, brillar, rodar, mirar, escuchar, pasar, quedarme, reconocer... si es contigo.

Me gustas más de lo que me hubiera gustado,
más que la pizza,
más que la cerveza,
más que el aire fresco en pleno verano,
más que encontrarme todos los semáforos en verde cuando tengo prisa,
más que la luna.
Más que.

Me gustas tanto que el resto me parece poco.





jueves, 10 de julio de 2014

'Nadie escucha aquí, y aún menos nos ven.'


Tenía la misma fuerza de una bala impactando contra mi pecho,
los ojos color tiempo,
su melena morena, rubia, y la tonta era yo,
las manos llenas de fuego y ganas,
y humo... tanto humo que tuve que dejarla volar.
Quién me iba a decir que en un punto inexacto de una noche cualquiera me arrepentiría de no haberla conocido peor, 
no arrepentirme de creerte sino de no hacerlo, de no fingir estar de acuerdo contigo y muy en contra del resto.
No sabría decir si era ella la que se tumbaba en césped o por el contrario era el mundo el que se daba la vuelta para tocar su espalda.
Era de nadie, joder, y sigue siendo de nadie, pero mucho más fuerte.
Quizá si le hubiera pedido que se quedase, tendría que beber cerveza para acordarme de su pelo,
tendríamos que seguir mintiendo al resto cuando nos quedaran restos en la boca.
Nunca sabré cómo los cigarros podían seguir inertes, sin corazón, después de estar entre sus dedos.
Y es que no la habéis visto asquearse del mundo, coger la guitarra y mandarnos a todos a la mierda,
no la habéis contemplado mientras ponía excusas a noséquien para quedarse conmigo.
Y tuve que irme, era una locura.
Esa chica era una lo-cura,
y sus manos acariciaban las cuerdas que hoy, me ahogan.
Cómo no iba a echarla de menos, si ayer la vi, como diría Andrés “tan guapa como siempre”
y cualquier día es ayer,
y cualquier mentira mata,
como decir, por ejemplo, que era rubia.
Y seguía llamándome tonta.

Que mis noches lleven un nombre distinto,
que bailen después del vino tinto,
y que volvamos a follar muy al pesar de otros,
y si quieres te pinto.
Y si se me ocurre buscarte en los cuerpos en los que nunca vivirás,
haz como si nada,
como sí, nada,
y llega hasta la orilla de mi cama.

Ojalá tú nunca me desarropes los abrazos.
Vamos a jugar a que se corra el rojo de los semáforos,
y si lo hacemos,
si lo haces,
si vienes...
si quisieras venir,
si quisieras querer,
puede que entonces, me quede
contigo.
No me salves.


'Hoy tengo la verdad que tú me pidas, hoy prometo no decir nunca la verdad.'


miércoles, 2 de julio de 2014

Pum.




Qué desastre, quién va a aguantarlo si ni yo misma puedo.
Ojalá recordarte sin tener miedo -que a mí no se me quita-.

Te vas con la pena a otras partes, las que tocas y me partes.
Esta no es la vida que soñé en la anterior,
no es la que nos regalaremos la próxima,
ni la final que nos quedará,
siempre al final.

Si supieras por qué escribo,
si supieras por qué llevo tatuada tu risa,
por qué rechazo flores cuando te tengo a ti por todas las primaveras.

Si pudiera follarte ahora mismo...
si pudiera salvarme tirándome al abismo que hay entre tus bragas...
Húmedos mis dedos.

Si pudiera ser aquello que no olvidases en toda tu vida
y media.


Si pudiera tratar a mis propios sentimientos como a mis huellas dactilares cuando las destrozo por tu cuerpo.
Si pudiera escribirte todo esto con la lengua desearías que fuera invierno para siempre.

Todos mis monstruos están en mi armario.