sábado, 31 de agosto de 2013

No fumes.


No le niegues a la vida tus labios,
no me robes otra vez para olvidarte lo que te has llevado.

No te quedes en la cama,
ni dormida, ni de piedra.
No me fumes.

No fumes en un bar con terraza,
ni fumes en la terraza más alta de la ciudad.

No fumes los cigarros que te regalan,
no fumes sin preguntar.

No fumes cuando vayas agarrada de mi mano,
no fumes al soltarme.

No fumes con tu camiseta favorita,
ni con todas las demás.

No fumes para relajarte,
ni si quiera para ver el humo pasar.

No fumes,
no bebas,
no beses.
no folles,
no hagas el amor.

Y hasta entonces escribe estas letras
pensando en lo contrarío, mi amor.


No vivas; muérete despacio sonriendo muy deprisa.

Y fuma.



jueves, 29 de agosto de 2013

Soñar con soñar.


Aprendí a andar sin tener ni puta idea de hablar,
ahora que hablo cada vez que voy a levantarme.
Hay que salir corriendo más veces sin avisar.

Se han atrevido a quitarme el derecho de soñar más horas de las que te cuento.
Ojo por ojo.
Abierto.

Me han robado las ganas de vivir tantas veces que ya no busco culpables; tengo demasiados.

Aunque tampoco me hace falta seguir latiendo para darme cuenta de que el mundo va a seguir igual,
y yo voy a seguir tan a partes distintas que a veces se me olvida llamar a la puerta antes de entrar,
de tal fallo, tal hostia.

Me han quitado el derecho a elegir,
y yo sigo eligiendo al amor algo torcido,
por no sé qué de que tu boca y tú,
y algo de la felicidad.
Hazme caso,
lo que te parezca,
y lo que sea.


He escuchado levantar el tono de voz por encima de un orgasmo,
y eso sí que es delito.
Algo folla.

Mira si son terribles, que casi me escondo debajo de tu cama, porque en la mía ya no estoy sana ni salva.

Te echo 24.
Y van a seguir sin tener ni puta idea de por qué elegí ése número.

Ojalá no tener miedo a una máquina que te lleva a una vida por segundo, y que te acelera en 2 curvas.
Ojalá no saber nada de golpes,
ni de llorar de madrugada,
pero qué bonito nos queda el insomnio.
Ojalá tirarlo todo por la ventana,
y que justo debajo esté tú ciudad.
Ojalá no nos cansemos nunca.
Ni de soñar.


Voy a guardar todo el rencor; no me importa si vienen a buscarlo.





viernes, 23 de agosto de 2013

Quédate, que acierte.


Tengo la habitación llena de olores de sueños desconocidos,
y un montón de conocidos contándome su sueño.
Y el mío acercándose a ti, tanto, que tengo miedo de cortarme, 
con lo rotas que estás.

Todos los pájaros de mi cabeza hacen que el mundo me pida que te deje marchar,
pero nadie ha tenido cojones de enseñarte a volar,
tranquila, voy a hacerlo como nadie te ha sabido follar.

Se han atrevido a señalarme de risa,
y ni si quiera me han dejado fumar.
Pero espero que me echen
en papeles preciosos,
que me ayuden a dejar de echarte de menos.

Tengo una memoria de pez que me impide recordar todo lo que no guardo bien y decide marcharse por causas que desconozco. Pero tranquila, jamás me olvidaré de quererte; te tengo guardada hasta el último pétalo.

Una noche decidiste que no nos quedáramos hasta tarde,
pero yo sigo quedándome contigo, siempre.

Septiembre va a ser, preciosa. Precioso.
Y no va a haber mejor poesía entre mis manos que tú.
Pienso esperarte bajo tu ventana a riesgo de correrme sin saber dónde vives,
me quedaré, lo prometo.
Voy a hacer de ti una estación infinita,
y no voy a querer ver ni un sólo tren más,
ni si quiera una variación de temperatura que no hayas causado tú.
Mi amor, va a tener que joderse el frío cuando te vea llegar a la puerta de cualquier bar,
y va a tener que joderse el mundo cuanto diga, que por fin, eres felicidad.
Que ya sabes que mi tristeza siempre será tuya,
con todas las deudas que debas saldar.
Menos mal que me dejaste en números rojos y pude volver a empezar,
en ti.
Aunque decidas ponerle algún día un puto final.




Llega ya, que estoy apunto de decirte que no aguanto más mientras me enseñan cómo hacer volar a un pez muerto.




lunes, 19 de agosto de 2013

Con este calor, amor...



Hoy he despertado con el corazón manchado de “ojalá”,
y me ha dolido cómo el saber algo que nunca llegará.
No hace falta que diga menos,
sólo quiero tener algo que no sepa,
y descubrirlo lo suficientemente tarde cómo para no poderlo parar,
ya no hay sitio en el que quepa
no hay sitio que no se rompa conmigo y todos estos pedazos.

Empicada hacía la muerte.
O hacía la vida.
Lo cierto es, que a veces lo confundo.

No hay nada peor que decir la verdad y que no te crean.
Que si no confían, genial,
la putada es no poder demostrar lo equivocados que van.

Tengo la suficiente fuerza como para no tener fuerzas nunca más.

No hay quien acepte que quiera morir para ser eternidad en tu ciudad,
vayas donde vayas.

Qué putada no poder mezclar amoniaco y lejía,
qué putada que a estas alturas nadie me haya tirado el corazón a la basura,
qué putada que nadie quiera apretar el gatillo.
Pero es que es tan bonito pensar “la muerte está cerca”,
y tan jodido volver a respirar,
que, no sé cómo cojones voy a poder volar.

Pero por favor, vuele o no,
quédate, joder,

qué
da
te.

Que no sabes lo jodido que resulta escuchar una vez más “no sé lo que quiero”.
Cómo si lo que estuviera haciendo fuera pedir un “te”,
y tú, como quien oye llover.





miércoles, 7 de agosto de 2013

An - dadas.



Mira, no sé cómo voy a explicarte que los poetas son menos poetas cuando tú no me miras,
que los reencuentros no me saben a nada si no son contigo,
que las despedidas me saben “te echo de menos” a los dos segundos si son de ti,
que no tengo ni puta idea de cómo quedar a alguien sin palabras 
pero llega la poeta y lo hace por mí.

Que el miedo es un hijo de puta que puede con todos 
si le dejas,
pero yo pienso cuidar de ti 
si me dejas,
y matarlo con los mismas ganas con las que un día lloraste.


Todas las historias de las cuales me han hablado son mentira desde que tú y yo las sabemos,
todos los cuentos están hechos para hacernos reír,
y toda la poesía para que nos corramos en ella.
Por los ojos,
por el corazón
o por los abismos de piel.
Dónde mejor se escuchen.

Casi se me olvida decir qué sueño,
no sabes cuánto (te) sueño,
ni lo mucho que me impide dormir.

Querer es un manojo de nervios y cien vuelcos de corazón y giros de tuercas, más de mil suspiros y quedarte sin palabras en mitad de cualquier sonrisa. 
Pero claro, qué iba a saber yo sin eso.


Un día me desperté y ya no estabas,
y desde entonces si si quiera cuento,
ni 
si 
quiera 
es-
pero,
ni
si
quiera
quiere
por
si
quiero.

Y dicen que se desvela por las noche la Luna y quiere saber todo lo que llevas,
a cuestas o a cuentas,
pero ojalá sigas contando conmigo,
hazlo bien, anda.
Que no soporto un día más sin el sol que haces,
sin la boca que deshaces,
y sin que al fin, la música, sepa como bailar para ti y no al revés.


Para hacer un buen regalo debe ser algo que la otra persona no se atreva a comprarse, algo que no sea de uso rutinario, algo... especial.
No sé, creo que deberían regalarme a alguien cómo tú, porque yo jamás te compraría. 



viernes, 2 de agosto de 2013

¿De qué pie me muero?



La infelicidad es la ausencia de tu voz en cualquier persona o tiempo.
De la felicidad ni hablamos,
simplemente sería besarte,
pero para eso tendrías que volver,
y está todo jodido.

¿Qué tal?
Yo sigo con los Domingos todos los días de la semana,
y las resacas cada vez que me da por beberme tus recuerdos.
Y aún sigue habiendo flores que preguntan por ti,
pulseras que no saben cómo quedarse porque dicen que también echan de menos tu piel.
Sigo teniendo el corazón sin propiedad,
y aún hay gente que se pelea por romperlo.
Tengo las toallas colgadas de los sueños,
porque con pañuelos ya no me seco bien.

Te tengo entre clavícula y clavícula
y te quedas entre los versos.
Ojalá encontrarte y no tiritar de ganas de encontrar las palabras adecuadas,
que no sabes cuánto jode ir de puntillas para que no escuches cómo me rompo.

¿Has pensado ya dónde vas a volver de vacaciones?
Yo tengo pensado visitarte,
no mires,
que hablo en sueños, vida.
Me han hablado de la playa por la noche,
y he tenido miedo de ir porque no estabas.
Ojalá estuvieses aquí para apartar todos mis miedos,
mi pelo cada vez que te beso,
y decirme lo harta que estás de que nos pare el flequillo en mitad del mejor.
Perdóname,
pero no sé cantar sin verte en las canciones.


¿Y toda esa gente?
Están dejando el vaso encima de la mesa,
y la mesa los deja a ellos por debajo,
para ver como se acarician,
Se quieren, dicen.
Menuda gilipollez, ¿verdad? 
Quererse por debajo de una mesa pudiendo quererte a ti por encima de todo el mundo.

Estás de sus partes,
hasta el coño.
Dime, ¿esos ojos a qué hora brillan?
Y, ¿A qué hora llueve tu pelo?


¿Sigues despertándote tarde?
Joder, normal, yo tampoco podría soltarte antes.
Por tu parte, sigo despertándome con el píe con el que muero.
Dime tú a cuál has apuntado primero.
Hoy duérmete tarde,
yo sigo haciéndolo por escribirte y borrarme una y otra vez.



No llego tarde y aún así, me voy.
Sólo una pregunta más...
¿Vives o te viven?


Sonríe mucho, y sigue dejando huellas en los sueños de ojos abiertos.
Por aquí sigues lloviendo.