jueves, 10 de agosto de 2017

You fix me.



Una guerra pequeñita comienza en la sala del hospital,
se cierran las puertas y las ventanas,
tratan de quitarte tu libertad,
se oye un llanto en la habitación contigua,
tú desearías verlo llorar,
volar, a veces volar,
te conceden el poder de mentir pero no de callar.

Un castigo de madrugada que termine esta noche con llantos en la almohada.

Tú pensarás estar perdida mientras te prefieres escondida,
el amor como castigo perseguido si se va,
el amor como castillo de arena pa’ empezar,
ondeando por la arena de una playa lo esquivarás.
Dime tú si no es el paso del tiempo el que querrá y se lo llevará.

Concédeme un baile que dure tres vidas,
y las cuatro con sonrisa de gato que perdí, puestas en la balanza,
el miedo a veces las alcanza.
Dime con qué fuerza se mece un bebé en una canasta,
dame la mano y sube donde nadie diga basta.
Y por ti esta casa,
y por ti esta plaza,
y por ti ese bar en la esquinita, por si te cansas.

Y por ti la libertad no será desahuciada,
y las alarmas saltarán cuando hablen de posesivos,
bailando adictivos sin aditivos.
Y a las alarmas confirmarán todo lo que no quisimos, ese cultivo,
y las alarmas, que no son más, no hablarán más de tu ombligo.


miércoles, 2 de agosto de 2017

'Todo el tiempo mirando.'

Un día vendrán a leerme los versos de Pizarnik que no soporto leer en alto por empatía, Irene.



Tardarán años en recomponerse los pájaros de la cabeza si aprendemos a volar por volar.
Pasarán los trenes de largo sin repetir el recorrido, si aprendemos a aumentar velocidad.

¿Cuántas veces vamos a pedirnos perdón a nosotros mismos?

¿Quién mueve los hilos?

Si dejaran de valorar la importancia de una fotografía en papel, si dejaran de abrir el cajón para acariciarla y recordar, si olvidaran esa esencia, no habría ansiolíticos suficientes en el país para los que aún sujetamos la cámara tratando no caernos nosotros.

Tengo golpes en todos los estados de ánimo por andar de rodillas para ver cómo sonríes en un mundo al revés.

Si todos los imbéciles se uniesen para tratar de atentar contra una unión, los demás aplaudirán sin acabar ni la función.

¿Cuántas veces vamos a pedirnos perdón por cosas que volveremos a hacernos?

¿Quién mueve los putos hilos? 

Si todos los coches, de golpe, frenan en el mismo segundo, sentirían algo parecido a lo que siento cuando oigo esas dos palabras salir de tu boca.

Todos los circuitos cerrados se mueren de envidia por no poder salir a buscarte.

Dile a quien mueva los hilos que le pienso cortar las articulaciones si hasta ti no piensa llevarme.