Ya lo dice Irene: La mentira será piadosa, pero tú eres una hija de la gran puta.
Mira,
no me funciona salir de casa, y menos cuando lo hago sin corazón.
Porque te lo has quedado tú, y yo me he quedado en una casa en la
que huele a tabaco pero no fuma nadie.
A ver
si va a ser tu recuerdo...
Borro
demasiado para lo poco que escribo, y es que no encuentro forma de
decirte todo lo que dueles para que te des cuenta. Que yo ya la he
pagado toda, y sales cara.
Lo
cierto es que me estabas mintiendo. No te molestes en negarlo; no
creo en nada que me haya destruido antes. ¿Me explico?
Fumo
poquísimo para lo rota que estoy.
Y es
que, dejar de seguirte por mirar a otro lado - que me lo están
pidiendo – se está convirtiendo en una lucha entre lo que siento,
y lo que nunca quise sentir.
Tengo
demasiado sueño, y otra vez es culpa tuya; me he pasado toda la
noche sin dormir mirando esas malditas fotos.
Verás: me declaro en guerra. Y declararme es quererte muy fuerte, pero en
guerra es odiándote.
No
sé.
No me
quedan vasos para mirar por dónde se nos ha ido el amor,
no
queda, amor,
ni
voy a llamarte, vida,
porque
no hay vida después de la muerte.
No
soy pájaro en mano, ni sé dónde vuelo. Pero tú abres la puerta y
te cuelas cortándome las alas y el intento de despegar.
Y te
pegas.
Y me
pego,
la
hostia.
Que
soledad es preciosa de lejos, pero de cerca es una zorra arropando a
otra mientras le jura que va a quedarse, y se sirve otra copa.
Bebes
por dos. Que te he visto. Y ser feliz, y te he querido matarte. No me
perdones, no sabes lo que no te digo.
Incomprensión
declarándose a imposible con presión,
pero
sin mí.
Me
voy muy bien para lo mucho que me ha costado llegar. Pero me va
fatal, el corazón o lo que quiera que hayas dejado. Incluso sin
querer.
Verás;
yo no creo en los polvos si te quedas a medias, por el suelo, y sin
naranjas.
No
creo en los cuentos desde que me los contabas para no dormir. Ni en
las cuentas, porque nunca has contado conmigo. Siempre cortado.
Y eso
que no era nada,
que
después de todo,
lo
que queda
eres
tú abrazada a otra.
Yo no
me creo nada,
más
bien me destruyes.
Idiotas
corriendo en lugar de caminar, pudiendo tropezarse.
Yo
bailaría contigo pero ya me has pisado bastante como para que quede
algo más.
Claro
que nos gustan los cambios,
si
son de ciudad o de temperatura
pero
tú has cambiado de parecer
y de
aparecer
para
desaparecer
y
quedarte
donde
coño vayas a hacerlo.