Camino con los ojos mirado al suelo por
si acaso me piso el corazón. Y le encuentro dando volteretas por tu
recuerdo, como una hoja de papel. Apareces y lo conviertes en avión,
como si de una canción de Luis Ramiro se tratase.
Me dueles tanto que me sigue pareciendo
poco el resto.
Te veo muy enamorada conmigo y nunca de
mí y se me acumula el exceso de información que me rompe en mil
pedazos, y ya sabes que soy más de cortarme que de echarte.
Y eso que te echo mucho de menos, y
eso que el menos es más cuando se trata de quererte odiándote, como
se odian los objetos perdidos que nos empeñamos en buscar una y otra
vez, desesperados. Como si no nos fuéramos a morir nunca.
He vuelto a verte poniendo calientes
las copas, cuando el tiempo no hacía absolutamente nada.
Me he visto pasando el tiempo perdido y
he vuelto a cerrar el libro.
Te quiero tanto que me dejaría. Pero
sigo pensando que el amor y tú tienen muy poco que ver conmigo, ya
me explicarás de dónde sale todo este desamor.
Siempre diferentes por igual, siempre
en el jardín de los vecinos que nunca nos han gritado para que
paremos el ruido, siempre esperando a que el semáforo se ponga en
verde en lugar de besarnos en mitad del paso de peatones, siempre
pidiendo que nos salven, con lo bonito que sería no tener que
hacerlo, joder. Siempre siendo nunca mucho tiempo.
Y es que, si me dan a elegir entre tú
y la poesía, renuncio.