El tiempo se me está amontonando, coge
un poco más, que me pesa.
No estoy para tanta pena, ni para tan
poca. Se me han acabado los términos medios, si quieres lo apunto y
cuando vuelvan te llamo.
Quiero largarme de aquí con más
fuerzas que nunca; las que tú me quitabas han vuelto.
Soy un lienzo casi en blanco, llevo la
inicial del primer amor de mi vida, no pienso olvidarte, ni falta que
hace. Menos mal todo, porque tú.
No le debo nada a nadie que no sea yo;
un perdón por todo lo que he dejado que me hagas.
Y ya no, ya no.
Puedes irte, ni si quiera voy a
notarlo, lo recuerdos que dejaste los guardo en la única caja que
casi nunca abro.
Los hijos que nunca tendremos hoy
volvieron a darme las gracias. Serán con otra.
Las batallas perdidas ahora se están
levantando y parecen mucho más felices, me sonríen por la ventana y
me bailan como las hojas por la calle, y eso que estamos en otoño y
se caen. Me enseñan a volar, y cada vez que lo hago me despierto en
mi cama empachada del cuerpo que siempre quise tener a mi lado. Y lo
beso despacio en el espejo, y le lloro la pérdida antes de que nos
inunde la risa, y lo acaricio como nunca antes nadie. Y lo acarician
como siempre, y ya no dejo de sentir nada; tengo corazón a pesar de
las causas perdidas.
No grites, no voy a escucharte, ya
hemos tenido bastante con lo que no hemos tenido.
Ojalá no lo entiendas nunca y las
dudas no te dejen dormir, que te atormenten los sueños, que te parta
un rayo y nadie quiera ninguna mitad.
Que lo hagas en silencio, que esta vez
a mí me da igual.
Ser felices,
sin ella.