jueves, 12 de noviembre de 2015
Tercera persona de una misma.
martes, 3 de noviembre de 2015
Hot-el(la).
Una mala noticia provoca un grito en la habitación 155. Un grito causa un infarto en la habitación 159. Un cuerpo cae desplomado al suelo y suena el golpe en la 149. Cae una lámpara que incendia la 149, 148 y 147. Todos somos evacuados y tú no estás para sanarme. Ni para tonterías.
El teléfono suena tres veces, la puerta cinco. No contestas. Quince cartas sobresalen del buzón, y tú no apareces para leerlas.
Tres. Cinco. Quince. Nunca sé me dio bien contar si no es contigo.
Te espero desnuda y ya he encendido la luz cuatro veces. Ya sabes, siempre hay alguien que mira. La piedra en la ventana me rompe los cristales. Por ti masticaría piedras que después escupiría al resto.
Suena una canción y no me tocas. Ya estoy pensando en follarte y ni ha llegado el estribillo. No me tocas.
Vamos a echarlo a suertes, quizás así me toques.
Caliento café para siete vidas. Contigo viviría otras sietes y querría morirme catorce. Ni lo sueñes; de esta no salimos con vida.
Podríamos salir esta noche. Ponte cualquier cosa que quiera quitarte.
Ambos sabemos que antes del siguiente mensaje voy a quedarme dormida. Tira tú la botella al mar.
El hotel que ayer llevaste a la ruina sale en los periódicos, la radio lo ha dado vueltas y el telediario lo ha vomitado.
¿En serio no te has dado cuenta?
Suena tu puerta y abres. No hay flores, ni vino; más bien un "se fue".
Tendrás que reconocerlo, mil personas salen corriendo de un hotel porque tú has llamado para decirme que, esta noche tienes una reunión y no vas a poder asistirme. Estás a tiempo antes de que otro imperio caiga, esta noche... ¿Me tocas?
viernes, 23 de octubre de 2015
Madrid.
Hablo de Madrid como si estuviera enamorada de ella, porque lo estoy. Pero también la odio. Odio cuando la mastico porque la siento pérdida, odio cuando corro y nunca llego a tiempo. Odio, porque de quererla todo el tiempo dolería mucho más.
He conocido risas que me han salvado mil veces la vida, ojos en los que me he quedado a vivir, y ahora que no los tengo delante me siento como una ciega que ha perdido a su perro guía.
Soportemos la pérdida, y asumamos si es así que vendrán cosas mejores, pero también peores. Más o menos tiempo. Más o menos miedo. Más o menos risa. Más o menos sexo. Más o menos. No dejemos de hacer cuentas, pero que no se nos olvide quién nunca más podrá contar con nosotros.
Si pudiera escribir todo lo que he callado este tiempo, publicaría un libro con una soga en la portada y una nota de suicidio al final. Pero sigo llegando tarde a todas partes, y ya sabes, que llegar tarde sólo es creer que te quedas sin tiempo porque una aguja lo dicta. Somos adictos a creer lo que nos cuentan y se nos olvida creer en nosotros.
Ojalá gritásemos todos a la vez más veces, bailásemos más veces, follásemos más y nos doliese menos darnos cuenta de que así también nos enamoramos.
Pero yo he venido hablar de Madrid, de las tres letras en un bar, de la poesía de otros, de la música en las manos de un desconocido, de la voz de una desconocida, de las lágrimas que son de sal y curan, he venido, pero también me voy.
Que las ciudades nos pillen confesados, que nos vamos a morir igual.
lunes, 13 de abril de 2015
'No sé qué decir, nunca creí en Dios.'
lunes, 2 de marzo de 2015
Tengo alas en sus manos.
Le pedí que dejara la puerta abierta y se abrió una herida.
Nunca le dije que podía correr imaginando que vuelo, con los ojos cerrados,
que voy mucho más deprisa cuando nos acercamos descalzos,
y ahora que lo pienso las noches son menos largas y el frío mucho menos frío,
y las flores secas están igual de muertas pero aún cambian de color.
No sabría hablaros de Marzo con las manos vacías,
ni contar estrellas si no es en su pelo,
ni saltar los días.
O quizás sí que sé y se nos está olvidando,
ese era el truco; olvidarlo todo.
Caer en punto muerto en la cuenta de otra,
salirnos de la nada y creer que hay un todo,
dejar la copa medio rota,
y el vaso jodido.
No conozco mayor símbolo de la libertad que mirar hacia arriba,
ni mayor esclavitud que una cama,
lo siento; nos desconozco una y otra vez,
quizás es mi afición a conocerte cada día como si fuera el primero,
quizás mi vicio a las cosquillas,
quizás arriba,
en la cama,
otra vez,
el primero.
Espero que sepas de qué hablo cuando no digo absolutamente nada,
y que me beses, joder,
que me beses de una puta vez.
Bienvenida a Marzo, la estación donde dejé de perder trenes para aferrarme a uno.
De muchos.