sábado, 6 de mayo de 2017

Desarmarse no es más que otra forma de abrazar.


Formo parte de un patio sin luz en un castillo de cristal,
mis anzuelos no son más que peces que jamás irán al mar.
Mi suerte es un montón de arena que un niño intenta idealizar,
mi risa es la brisa que siempre se llevarán.
Soy un puente en medio de un desierto, por donde se caen todos los libros que posamos en nuestras cabezas,
tú bailarás con quien quieras.
Soy un saltamontes ante la idea de que te vayas,
y salto entre coche y andén,
y tú me pisas los charcos.
Que digan que van a buscarte sabiendo donde vives es no quererte,
que digan quererte mientras no saben cuánto mide el amor,

es no quererte.

Soy un lazo en el pelo de una niña cuando llueve y no tiene paraguas,
tuya es la culpa de no diferenciar una flor mustia de otra.
Soy el olor a melocotón que te persigue cuando otra sale de la ducha,
soy frágil como el vidrio que rompiste.
Soy tormenta de arena, por si aún te lo preguntas,
soy la paz que jamás alcanzaremos los que declaramos vivir en guerra.
Soy la chimenea con la que te quemas,
y por eso te besé, porque arderías.
Lo que no sabía era que al arder tú,
me iba a quemar yo,
y me quedaría en cenizas, corazón,
sólo cenizas.

¿Cómo alguien puede estar tan triste sin saber hablar de tristeza?

'Quizás fueron las ruinas que dejé detrás, por eso hoy no le temo al fuego, pero sí a las cenizas.'


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