lunes, 24 de junio de 2013

Cuando duermes en silencio, puedo oírlo.

Voy a sonreír a esa zorra que llaman vida, que mira, sigo estando igual de triste, pero no vayas a decirme que estoy más guapa.


No sé los intentos que llevo para no escribirte tanto y tan mal,
pero da igual,
los he perdido,
y te he perdido,
porque esta partida ya estaba perdida mucho antes de empezar.
Pero perdóname hoy, que tengo los brazos llenos de heridas, y el corazón hecho añicos, y alguien dispuesto a recomponerlo, sin poder recomponer mis ojos primero.
No sé cuándo creeré en el amor,
quizás cuando las flores de plástico también marchiten.
No sé dónde hemos dejado las uniones,
pero las has roto todas,
menos mal que ha sido queriendo,
menos bien, la verdad.
Pero no te preocupes, sigo agarrando el volante muy fuerte en cada curva,
aunque siga frenando mucho después de lo que debo,
para luego no acelerar.

Que sí, que mi vida es un lío,
pero son dos,
y no me apetece explicarme.

No me da la gana de no sonreír, de mentira,
no hace falta ningún diagnostico,
no me sale de ninguna parte,
y mucho menos de ti.

Mira que he abrazado, y besado, y follado veces sin ti,
y aún así no aprenderé en la puta vida a quedarme.

Lo jodido de no esperar que nadie venga a buscarte,
es que quieres que quieran querer, pero no queriendo,
que es lo mismo que dejarlo todo al revés, pero mucho más complicado.

No os preocupéis, seguiré buscando al amor de mi vida en cualquier sección de objetos perdidos, en cualquier chica que beba mientras está pensando en salir fuera a fumarse un cigarro, en cualquier mano que vaya buscando cualquier otra, en unos ojos con los colores más bonitos de todo Madrid, Salamanca, o cualquier otra ciudad con chicas que escriban cosas bonitas.

Puedes sentarte a esperarme, este pájaro hace rato que volvió a ser un ciento volando.


Pienso tirar por la ventana todo el amor, que este verano hace tanto frío...




No hay comentarios:

Publicar un comentario