Yo
no quiero sentir nada por nadie – me digo-,
Como
negando cualquier cosa que sienta por ti (me miento mucho).
He
vuelto a la ciudad,
la
que tanto nos ha hecho abrazarnos.
Y
la misma que me ha jodido al soltarnos.
No
sé dónde te metes, pero,
por favor, no vayas a decírmelo.
Caminaré queriendo no encontrarte.
No
te has ido, porque nunca has estado fuera,
y
ahora estás demasiado dentro
como
para no darme cuenta de lo lejos que te has quedado.
Te
desearía lo mejor,
pero
sé que lo vas a rechazar.
Adorno
mi habitación con pedazos nuestros,
sí,
nuestros,
de
lo que nunca hemos llegado a ser.
Esto
es una pesadilla.
Me
quiero desperar,
para
poder soñar.
Déjame
hablar de tu pelo,
de
esa medida que se nos cuela en medio,
de
esa sonrisa que me ha delatado sin poderme mirar,
por
dentro.
De
esas tantas veces que he pensado en dejarlo todo,
por
ti,
por
tu “ven”.
Perdóname,
no sé qué coño escriben los poetas,
no
sé por qué ellos te conocen tan bien,
cuando
yo a veces te desconozco,
y
por eso, vuelvo a leer,
pequeño
desastre de vida,
dulce
muerte,
vuelvo
a leerte.
Lo
siento,
si
miento;
no
me dueles,
no
lo vas a hacer,
pudiendo
matarme.
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