martes, 11 de junio de 2013

Una historia que echar de menos.


Yo no quiero sentir nada por nadie – me digo-,
Como negando cualquier cosa que sienta por ti (me miento mucho).
He vuelto a la ciudad,
la que tanto nos ha hecho abrazarnos.
Y la misma que me ha jodido al soltarnos.
No sé dónde te metes, pero, 
por favor, no vayas a decírmelo.
Caminaré queriendo no encontrarte.
No te has ido, porque nunca has estado fuera,
y ahora estás demasiado dentro
como para no darme cuenta de lo lejos que te has quedado.

Te desearía lo mejor,
pero sé que lo vas a rechazar.
Adorno mi habitación con pedazos nuestros,
sí, nuestros,
de lo que nunca hemos llegado a ser.

Esto es una pesadilla.
Me quiero desperar,
para poder soñar.

Déjame hablar de tu pelo,
de esa medida que se nos cuela en medio,
de esa sonrisa que me ha delatado sin poderme mirar,
por dentro.
De esas tantas veces que he pensado en dejarlo todo,
por ti,
por tu “ven”.
Perdóname, no sé qué coño escriben los poetas,
no sé por qué ellos te conocen tan bien,
cuando yo a veces te desconozco,
y por eso, vuelvo a leer,
pequeño desastre de vida,
dulce muerte,
vuelvo a leerte.

Lo siento,
si miento;
no me dueles,
no lo vas a hacer,

pudiendo matarme.

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