viernes, 23 de octubre de 2015

Madrid.


Pierdo la noción del tiempo, hablo con prisas, ando esquivando, gano personas que me han ganado a mí. Hablo en y de sueños. No duermo, por ruido, nervios y formas.
Hablo de Madrid como si estuviera enamorada de ella, porque lo estoy. Pero también la odio. Odio cuando la mastico porque la siento pérdida, odio cuando corro y nunca llego a tiempo. Odio, porque de quererla todo el tiempo dolería mucho más.
He conocido risas que me han salvado mil veces la vida, ojos en los que me he quedado a vivir, y ahora que no los tengo delante me siento como una ciega que ha perdido a su perro guía.
Soportemos la pérdida, y asumamos si es así que vendrán cosas mejores, pero también peores. Más o menos tiempo. Más o menos miedo. Más o menos risa. Más o menos sexo. Más o menos. No dejemos de hacer cuentas, pero que no se nos olvide quién nunca más podrá contar con nosotros.
Si pudiera escribir todo lo que he callado este tiempo, publicaría un libro con una soga en la portada y una nota de suicidio al final. Pero sigo llegando tarde a todas partes, y ya sabes, que llegar tarde sólo es creer que te quedas sin tiempo porque una aguja lo dicta. Somos adictos a creer lo que nos cuentan y se nos olvida creer en nosotros.
Ojalá gritásemos todos a la vez más veces, bailásemos más veces, follásemos más y nos doliese menos darnos cuenta de que así también nos enamoramos.
Pero yo he venido hablar de Madrid, de las tres letras en un bar, de la poesía de otros, de la música en las manos de un desconocido, de la voz de una desconocida, de las lágrimas que son de sal y curan, he venido, pero también me voy.
Que las ciudades nos pillen confesados, que nos vamos a morir igual.



lunes, 13 de abril de 2015

'No sé qué decir, nunca creí en Dios.'


Llevo tres vidas escribiendo un suicidio y no conozco peor metáfora de una cárcel.
Llevo media hora detrás de otra media hora que venía detrás de un montón de horas, echándote de menos por despiste, buscando pistas para volver a tu ciudad.
21 años cagándome en la puta,
Queriendo huir,
Matar a los políticos,
Besarte,
Morirme,
Joder, otra vez.
He vuelto a beber pensado en tus labios, he vuelto a correr, como si te corrieras tú
y quisiera alcanzarte.
Me he perdido
y te he encontrado.
He pensado en mudarme mil veces, y ninguna era verdad
Pero ahora tú.
Y yo.
Nosotras.

He conseguido mirarte sin querer, y quererte sin mirar,
Sin manos,
Sin hostia
Sin luz al final del túnel.
Contigo no me hace falta.

Escribo torcido.
Vivo cuesto abajo.
Lo cierto es que desde que no escribo hago fotos al tiempo, a ver sí así, de una puta vez, me salen tus palabras haciendo malabares,
y vuelves, volando, con esas alas de musa de nadie,
por ser mía.
Perdóname por morir cada vez que no te tengo,
Por la desgana de seguir
Por la soga a medias
Por la silla mal puesta
Por la falta de luz
Perdóname,
pero sobretodo no me perdones,
pues no tengo perdón de Dios y ni si quiera confío en que exista.

He vuelto a escribir otra vez del puto tema del amor
Igual de esta salgo contigo, con vida
pero no veo el túnel, amor… no veo la hora de salir con vida,
espero que no quiera quedarse sola mucho tiempo.




Te echo de menos.

lunes, 2 de marzo de 2015

Tengo alas en sus manos.


Le pedí que dejara la puerta abierta y se abrió una herida.
Nunca le dije que podía correr imaginando que vuelo, con los ojos cerrados,
que voy mucho más deprisa cuando nos acercamos descalzos,
y ahora que lo pienso las noches son menos largas y el frío mucho menos frío,
y las flores secas están igual de muertas pero aún cambian de color.
No sabría hablaros de Marzo con las manos vacías,
ni contar estrellas si no es en su pelo,
ni saltar los días.
O quizás sí que sé y se nos está olvidando,
ese era el truco; olvidarlo todo.
Caer en punto muerto en la cuenta de otra,
salirnos de la nada y creer que hay un todo,
dejar la copa medio rota,
y el vaso jodido.
No conozco mayor símbolo de la libertad que mirar hacia arriba,
ni mayor esclavitud que una cama,
lo siento; nos desconozco una y otra vez,
quizás es mi afición a conocerte cada día como si fuera el primero,
quizás mi vicio a las cosquillas,
quizás arriba,
en la cama,
otra vez,
el primero.
Espero que sepas de qué hablo cuando no digo absolutamente nada,
y que me beses, joder,
que me beses de una puta vez.

Bienvenida a Marzo, la estación donde dejé de perder trenes para aferrarme a uno.
De muchos.


jueves, 15 de enero de 2015

Poemas no, pero penas las que quieras.


Ojalá te vaya todo mal para que puedan arreglártelo todo, y se queden.
Que no sepas si es prisa o risa,
porque llevas prisa y te entra la risa,
porque la risa no sabes si llevarla o te lleva ella ti.
Que mantengas tu puesto de trabajo por placer y no por necesidad,
que necesites un respiro y se te conceda,
el baile y lo que seas.

Que dudes de la duda y sus comodines,
que se te acomode la seguridad
y que sea mentira.

Que me llames al número que no te llegué a dar pidiendo perdón,
que no sepas por qué.
Que lo sientas.
Que yo también.

Tápame la luna, y que sea la del coche,
llévale la contraria a Andrés.
Ojalá sepas dónde.

Lo cierto es que sé donde salir a buscarte
que viene a ser lo mismo que saber donde entrar,
que la que duda soy yo,
y me llevo la contraria
pero no sé dónde,
que desde aquella tarde que se nos hizo de noche,
que desde entonces...
No sé.


'Éramos la noche y el día, pero qué noche la de aquel día.' - Irene X.




sábado, 3 de enero de 2015

A mí, qué.


Y a mí qué tus enfados de niña de veintitantos.
A mí qué tu pestañeo.
A mí qué tu manera de andar de lado a lado.
Y a mí qué tu pelo.
A mí qué tus formas.
A mí qué tu risa.
A mí qué tus bailes.
A mí qué tu prisa.
A mí qué si llegas tarde.
A mí qué si no vuelves.
A mí qué si te quedas.
A mí qué tus alas.
Y a mí qué tus cuentos y tus cuentas.
A mí qué tus zapatos de tacón.
A mi qué tus ojos.
A mí qué tus manos.
A mí qué tu miedo.
A mí qué tus pesadillas.
A mí qué tus sueños.
A mí qué tus monstruos.
A mí qué tus películas.
A mí qué con quien folles.
A mí qué si quieres, o si no.
A mí qué si echas de menos o de más.
A mí qué tu insomnio.
Y a mí qué tu tiempo.

A
qué
tú.

Pregunto. 




jueves, 18 de diciembre de 2014

Escupir.


Llevo tiempo buscándome en los cementerios, por si aparezco y quieres conquistarme con alguna que otra flor. Los que me dejaron vestida de negro saben bien que la culpa es mía, que aún así persigo el fracaso por si quiere casarse con alguien que sepa que me amarás en secreto.

Entré en razón y no había nadie.
A mí no me des cuentas, que aún no me salen las últimas.
Nos llevaremos bien cuándo sepa hacia dónde y qué.
No me líes, no sé qué coño te has pensado que puedes fumar, el mío no.
Te tengo mucho miedo, llévatelo de una puta vez. Pero vete, vete con él.
Desde que me hablas del resto yo sólo pienso en Madrid, huyendo con cualquiera de ti.
Vete a por tabaco, me da igual que hayas decido dejarlo, no vuelvas.
A mí no me llames, idiota.
Si tienes un día gris te jodes, no conozco a nadie con súper poderes que vaya a cambiarte los colores.
Dame tiempo, por lo menos devuélveme el que perdí contigo.
Dime de qué presumes y te diré lo tonta que eres.
Tengo muchos sueños, pero tú eres una pesadilla.
Quita, quita, no sabes contar cuentos y me vas a venir con historias.
No sé cómo no se te ha ocurrido estudiar cine, se te da de puta madre montarte pelis.
Claro que te quiero, lo más lejos posible, al fondo, tócalo bien.
Déjate de faroles, que los fundes.
Flores no, pero espinas te tiro las que quieras.
Aunque tú de querer ni puta idea.


Para qué voy a buscar al amor de mi vida teniendo espejo. A ver.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Siéntate, no tenemos que hablar.


No contestabas a los mensajes y decidí salir a buscarte.
Siempre estás en el trabajo, menos cuando finges estar trabajando.

- ¿Tú qué haces aquí?
Me dices vestida de negro -luto-.

- Sólo te voy a robar 10 minutos más.
Te digo vestida de flores -cementerio.-

- Está bien, vamos a sentarnos fuera.
(¿”Está bien”? ¿Qué está bien? ¿Dónde? ¿Durará? ¿Estará segura de que está?)

Nos sentamos y sé perfectamente que nadie acudirá a este entierro, muchos menos a pagarlo. Apagarlo.

- Dónde andas, que ya no asaltas mi buzón de entrada.
Debería haber preguntado con quién. Con quién andas por los cables, desnuda.

- Lo siento, estoy muy liada con el trabajo.
(¿Lo sientes? ¿Qué y cómo? Lo tuyo es otra cosa.)

- Bueno, como cuando empezamos. Pero al revés.
Me reconozco, pero ni si quiera estoy segura de si alguna vez empezamos algo.

- ¿Al revés? ¿Qué quieres decir?
Hueles a miedo.

- Nada, bueno, - Nada bueno- ¿Qué te debo, camarera?
Te digo, mientras saco a Grecia de la mochila, con la sonrisa que me representa.

- Tú nunca le debes nada a nadie.
Miras a Grecia.

- No mientas, que a ti no te pagan por hacerlo.

- No miento.

Que no miente dice, que no sabe parar. Que ha retirado la mirada 10 veces antes de decirme dónde no estaba. Que se cree que no me conozco sus fines de semana rodando en otras camas. Que no, miente.

Saco un papel y un boli y escribo:
A la chica rebelde del sur: paseos sin vuelta de hoja por Córdoba, 10 noches durmiendo bajo los efectos de la risa y más risa.
A la que creí salvavidas antes de dejarme ahogar: Un concierto de la Mala, 10 porros, 150 bailes, un paseo por la India, y un libro de 200 páginas. 
A la más guapa de mis libros favoritos: Liar 50, dejarme arropar, ser yo esta vez la borracha. Dejarme ver a su alrededor mientras recita. Abrazo. Beso. Reconocerme feliz con la canción más triste.
Paseos por y a medio mundo.
A ti: una explicación.
A mí: ser feliz de una puta vez.


Te lo acerco y antes de que empieces a leer ya te intuyo confusa y asustada.
Ay, el miedo del que sabe que va a empezar a valorar algo cuando lo pierde.
Todavía confundimos conquistar a una camarera con follárnosla.

- ¿Me debes una explicación?

Abro Grecia por la página 248. Se posa en tus manos.
- Lee.

Te miro sin hacer ruido.
Te observo mientras lo haces; sonríes.
Idiota, no sabes lo que te espera. Yo desde luego no.
Otra línea; sigues sonriendo.
Yo permanezco seria, inerte e hiriente.
Llegas a mi parte favorita: el final.
Te noto otra vez asustada. Acojonada. Como si a un gato le quitas de repente 6 vidas y media.

'¿Lo sabes, verdad? ¿Sabes que te quiero?
Pues te equivocas.'

Ese era el final. Y yo lo elegí entre tantos para que fuera el nuestro.

- Puede que tengas razón y ya no le deba nada a nadie, y lo que queda sin tachar en esa lista sean deseos y no deberes.

Me acerqué a tu boca y te besé como si no hubiera mañana -para nosotras ya no-.
Aún sigo viendo tu palidez cada vez que miro por el retrovisor del coche y aún me sigo riendo mejor como última que como primera.

Ahora ya sabes que nunca fui una opción.

martes, 30 de septiembre de 2014

'Será por culpa de que estamos de bajón.'


El tiempo se me está amontonando, coge un poco más, que me pesa.
No estoy para tanta pena, ni para tan poca. Se me han acabado los términos medios, si quieres lo apunto y cuando vuelvan te llamo.
Quiero largarme de aquí con más fuerzas que nunca; las que tú me quitabas han vuelto.
Soy un lienzo casi en blanco, llevo la inicial del primer amor de mi vida, no pienso olvidarte, ni falta que hace. Menos mal todo, porque tú.
No le debo nada a nadie que no sea yo; un perdón por todo lo que he dejado que me hagas.
Y ya no, ya no.
Puedes irte, ni si quiera voy a notarlo, lo recuerdos que dejaste los guardo en la única caja que casi nunca abro.
Los hijos que nunca tendremos hoy volvieron a darme las gracias. Serán con otra.
Las batallas perdidas ahora se están levantando y parecen mucho más felices, me sonríen por la ventana y me bailan como las hojas por la calle, y eso que estamos en otoño y se caen. Me enseñan a volar, y cada vez que lo hago me despierto en mi cama empachada del cuerpo que siempre quise tener a mi lado. Y lo beso despacio en el espejo, y le lloro la pérdida antes de que nos inunde la risa, y lo acaricio como nunca antes nadie. Y lo acarician como siempre, y ya no dejo de sentir nada; tengo corazón a pesar de las causas perdidas.
No grites, no voy a escucharte, ya hemos tenido bastante con lo que no hemos tenido.
Ojalá no lo entiendas nunca y las dudas no te dejen dormir, que te atormenten los sueños, que te parta un rayo y nadie quiera ninguna mitad.
Que lo hagas en silencio, que esta vez a mí me da igual.


Ser felices,

sin ella.


domingo, 31 de agosto de 2014

Fui vencida, y aprendí a escribir por mí.

A la tercera vez que intentas escribir un libro va la vencida.



Y me senté a mirar tus fotos con la inseguridad que proporciona sentir después que no debería haberlo hecho. Pero lo hice, y esta vez los recuerdos eran trenes que ya no paraban en tu estación,
me pesó el recuerdo de mi cuerpo sangrando, de las heridas que tapaste sin apretar, que sólo me dejaste ocultar. Ocultar es otra forma de mentir, que no se nos olvide.

Esta vez no necesito flores; he conocido a alguien, creo que soy yo,
aunque ni si quiera sé con qué ciudad quedarme, o si es ella la que se tiene que quedar conmigo,
pero las he mirado sin pensar en ti, y las he visto bailando, inventando una canción en un balcón, en el mismo que una chica que no es cualquiera toca la guitarra.
Y he querido quedarme, 
me he sabido mía, como nadie, 
y no me ha hecho falta correr,
ni si quiera seguir escribiendo para llegar al punto y final. 
Lo cierto es, que al final ya le sobran demasiados puntos.


Que después de los finales no nos vengan más perdices, nunca fui de quedarme con las alas de nadie.





jueves, 7 de agosto de 2014

'La gravedad del naufragio.'


Ese latido sin salida al final del túnel, como si ya estuviera muerta mucho antes de que insinuases que me fuera, antes de desconocerte por unas horas, antes de darme cuenta de que sólo queda un hueco insoportable en mi pecho cuando te vas, antes de pensar en el suicidio como forma de vida, y no al revés. Mucho antes ya sabía que te quiero más de lo que debería, pero deber por deber, nadie podría.

Las flores están llenas de gente en los cementerios, y tú, valiente por la vida regalas flores que ni si quiera se pueden tocar con las manos.

Me siento cobarde con todos mis miedos, y les cuento lo que jamás me atrevería a decir en voz alta, porque tú no querrías oírlo. Y cuando termino, casi sin darme cuenta, son ellos los que me atan de manos y pies con tus recuerdos, y tiran la llave dentro de ti, donde intento llegar pero es imposible, pues dentro de ti, a veces sólo habitas tú.

Ojalá no siguieses mintiendo todavía, porque puedes, porque hieres, porque quieres no querer, y te quiero, incluso cuando ni si quiera quieres que te quieran.
Seguiré consumiéndome mientras regales a otras la mirada de robar corazones que un día te regalaron a ti, y por eso la usas. Inocente de ti, fingiendo serlo.
Qué estúpida me siento cuando me hiero a mí misma partiendo de cuando lo haces tú,
qué naufraga de mí misma cuando te vas y no me encuentro más que en un mar de lágrimas.

Si fuese más valiente de admitir que no busco quién me quiera por miedo a que no seas tú,
si pudiera seguir esperándote bajo la necesidad de no tener la necesidad de esperarte.
Ojalá nunca le regales tu voz al viento con otro nombre, buscándote.

Hazme polvo sólo por el placer de los polvos de después de las discusiones,
no me dejes sola ni indiferente; le tengo pánico a la indiferencia.

¿Cómo pretender alejarte de alguien por miedo a hacer lo que ya has hecho?
Ojalá te quedes y me salves de lo que tú misma destrozas, que me sienta a salvo en mitad de toda esta ruina si eres tú quien me acompaña mientras me corto con los cristales que el propio miedo haya dejado hecho añicos.

Bésame, lléname de sal, que no me olvide nunca que antes de esta muerta, fuiste tú quien me vino a salvar.





jueves, 17 de julio de 2014

satsug eM.



Me gustan las casas de dos baños, tres habitaciones, terraza, salón y una cocina enorme,
pero me sobra todo si no estás tú.
Me gustan los coches de cinco puertas, cinco asientos,
pero a la mierda si no me acompañas tú en cada viaje.
Me gustan los libros cuando la historia no quiere acabar,
pero cualquier historia es aburrida si no habla de ti.
Me gusta ver a la gente en los parques,
pero qué tristes están los parques cuando no eres tú quien se sienta a mi lado.
Me gustan las canciones tristes
cuando tú no dueles tanto.

Me gustan las maneras de Irene,
la tristeza de Mónica,
la valentía de Alejandra,
las canciones de Luis,
y las de Marwan,
pero
más
me
gustas
tú.

Me gusta no saber qué decir cuando pienso en escribirte; 'Una tiene muy poco que decir cuando tiene a quien.'

Me gusta que suene el teléfono,
pero más si eres tú.

Me gusta fumar, beber, bailar, llorar, follar, cenar, callar, hablar, gritar, pensar, andar, correr, saltar, brillar, rodar, mirar, escuchar, pasar, quedarme, reconocer... si es contigo.

Me gustas más de lo que me hubiera gustado,
más que la pizza,
más que la cerveza,
más que el aire fresco en pleno verano,
más que encontrarme todos los semáforos en verde cuando tengo prisa,
más que la luna.
Más que.

Me gustas tanto que el resto me parece poco.





jueves, 10 de julio de 2014

'Nadie escucha aquí, y aún menos nos ven.'


Tenía la misma fuerza de una bala impactando contra mi pecho,
los ojos color tiempo,
su melena morena, rubia, y la tonta era yo,
las manos llenas de fuego y ganas,
y humo... tanto humo que tuve que dejarla volar.
Quién me iba a decir que en un punto inexacto de una noche cualquiera me arrepentiría de no haberla conocido peor, 
no arrepentirme de creerte sino de no hacerlo, de no fingir estar de acuerdo contigo y muy en contra del resto.
No sabría decir si era ella la que se tumbaba en césped o por el contrario era el mundo el que se daba la vuelta para tocar su espalda.
Era de nadie, joder, y sigue siendo de nadie, pero mucho más fuerte.
Quizá si le hubiera pedido que se quedase, tendría que beber cerveza para acordarme de su pelo,
tendríamos que seguir mintiendo al resto cuando nos quedaran restos en la boca.
Nunca sabré cómo los cigarros podían seguir inertes, sin corazón, después de estar entre sus dedos.
Y es que no la habéis visto asquearse del mundo, coger la guitarra y mandarnos a todos a la mierda,
no la habéis contemplado mientras ponía excusas a noséquien para quedarse conmigo.
Y tuve que irme, era una locura.
Esa chica era una lo-cura,
y sus manos acariciaban las cuerdas que hoy, me ahogan.
Cómo no iba a echarla de menos, si ayer la vi, como diría Andrés “tan guapa como siempre”
y cualquier día es ayer,
y cualquier mentira mata,
como decir, por ejemplo, que era rubia.
Y seguía llamándome tonta.

Que mis noches lleven un nombre distinto,
que bailen después del vino tinto,
y que volvamos a follar muy al pesar de otros,
y si quieres te pinto.
Y si se me ocurre buscarte en los cuerpos en los que nunca vivirás,
haz como si nada,
como sí, nada,
y llega hasta la orilla de mi cama.

Ojalá tú nunca me desarropes los abrazos.
Vamos a jugar a que se corra el rojo de los semáforos,
y si lo hacemos,
si lo haces,
si vienes...
si quisieras venir,
si quisieras querer,
puede que entonces, me quede
contigo.
No me salves.


'Hoy tengo la verdad que tú me pidas, hoy prometo no decir nunca la verdad.'


miércoles, 2 de julio de 2014

Pum.




Qué desastre, quién va a aguantarlo si ni yo misma puedo.
Ojalá recordarte sin tener miedo -que a mí no se me quita-.

Te vas con la pena a otras partes, las que tocas y me partes.
Esta no es la vida que soñé en la anterior,
no es la que nos regalaremos la próxima,
ni la final que nos quedará,
siempre al final.

Si supieras por qué escribo,
si supieras por qué llevo tatuada tu risa,
por qué rechazo flores cuando te tengo a ti por todas las primaveras.

Si pudiera follarte ahora mismo...
si pudiera salvarme tirándome al abismo que hay entre tus bragas...
Húmedos mis dedos.

Si pudiera ser aquello que no olvidases en toda tu vida
y media.


Si pudiera tratar a mis propios sentimientos como a mis huellas dactilares cuando las destrozo por tu cuerpo.
Si pudiera escribirte todo esto con la lengua desearías que fuera invierno para siempre.

Todos mis monstruos están en mi armario.



viernes, 20 de junio de 2014

'¿Quién eres tú?'


No te creo.
En el epicentro de la razón estaba tu recuerdo.
Y no te creo.
Igual tendría que aprender a volar más alto,
lejos de tus caídas,
de tus idas y venidas,
de tus huidas.
Porque no te creo.
Dices que me quieres,
y me hieres.
Que me echas de menos,
más que siempre.
Pero no te creo.
Lo cierto es que prefería destruirte.
Y ya lo hago.

Paseando por su cuerpo me he encontrado medallas, recuerdos, restos de los besos de otros que murieron de amor por ella. En sus manos aún veo huellas del paso del tiempo, caen desde sus pestañas.
Igual si fuera más valiente podría admitir que paseo las calles que sé que pisa por si se cruza y me vuelvo suelo.
Suelo sentirte cuando me miro al espejo.
Ni si quiera la he visto colgando su ropa del ventilador cuando el calor no encuentra otro sitio mejor en el que quedarse que en su boca. Su boca.
Cualquier día nos vamos a matar, y va a explotar la poesía.
Igual deberíamos preguntar qué pensará la persona que te acompaña en el terreno sentimental, qué piensa de todo esto. Igual no, por todos esas amantes de tus Sábados noche.


No sé, igualmente no te creo.
Pero por favor, deja las manos donde pueda verlas,
que destruirte, es destruirme a mí después.



martes, 17 de junio de 2014

Sálvese quien quieras.


Creo que si alguien tiene los cojones para romperte el corazón va a tener que vérselas conmigo,
que si tanto tiene,
tan poco vale.

Que te juro que si alguien se atreve a cruzar todos esos puentes contigo sólo para después verte caer,
le van a tener que salir alas si no quiere que lo mate.
Va a tener que aprender a correr mucho más rápido de lo que pueda,
porque si alguien te hace daño, voy a matarlo con mis propias manos, y a asegurarme con las de otro.
Voy a enseñarle lo que es malo, que lo que es bueno ya lo habrá aprendido contigo.

Igual después tengo que llamarte para que te rías de todo esto,
de aquello,
y quizás de lo que aún no se ha inventado.

Te aseguraré a todo riesgo, para que tu corazón se repare lo antes posible,
no romperlo aún no entra dentro de este seguro que llaman “vida” y yo prefiero llamarlo por cualquier otro nombre que se me pase por los dedos.

A lo mejor me equivoco, y la rompe corazones vas a ser tú,
voy a tener que aprenderme de memoria todos tus gestos
a ver si así consigo saber qué coño te pasa cuando no quieres que nadie se entere.

Quizás tu manera de bailar siempre nos está apuntando a alguna parte, sea risa, sea sueño.. sea lo que seas.
Tengo mil motivos por los que salvarte de todos, pero me va a ser imposible salvarte de ti, ni yo misma podría hacerlo. No quiero.

No te has mirado a los ojos, y yo tampoco, pero me encantaría.
No sé tu forma de reír, pero sé cómo salvas el mundo, y el mundo se muere de ganas por salvarte a ti,
pero siempre hay idiotas rompiendo cosas por no saber cómo tenerlas, o por el simple hecho de no perder su reputación.
Malditos hijos de puta.

Menos mal que aún quedan manos en las que curarse...
Benditos poetas, que se atreven a habla de ti sin conocerte,
y bendita tú que desde que no te conozco me muero por hacerlo.


Desde que todos te miran, saben perfectamente lo que quieren.